Marcó la historia: dónde se creó el primer alfajor argentino de la historia

Una receta adaptada marcó el inicio de una costumbre nacional. Su historia llega hasta una pequeña localidad del Litoral.

El alfajor, con sus capas suaves de masa y su relleno, se convirtió con el tiempo en un símbolo del gusto argentino. Aunque su raíz está en la gastronomía árabe y llegó a América vía España, fue en nuestro país donde encontró su forma definitiva y más popular. Entre glaseados, dulces regionales y coberturas, esta delicia evolucionó hasta volverse un clásico que atraviesa generaciones.

El primer paso hacia esa identidad nacional se inició en 1851, en la localidad santafesina de Arocena. En ese lugar, un inmigrante de origen europeo introdujo una versión distinta del alfajor tradicional, dando forma al primer alfajor genuinamente argentino. Ese no solo cambió la manera de consumir este postre, sino que también dio origen a una industria que hoy mueve millones.

A lo largo del país, cada rincón le aportó su sello particular. Pero todo comenzó con una receta sencilla, una reinterpretación casera y un toque criollo que lo convirtió en mucho más que un dulce, en parte de la cultura nacional.

ALFAJOR-

Cuál es la historia del primer alfajor que se hizo en Argentina

La historia del primer alfajor creado en suelo argentino comienza a mediados del siglo XIX, cuando Don Manuel Zampatti llegó a Arocena, una pequeña localidad de Santa Fe. En 1851, decidió adaptar una receta heredada de la tradición europea y le dio su toque local, naciendo así lo que hoy se conoce como el alfajor santafesino. Esta versión, que sería la pionera en el país, incluía tres capas de masa horneada unidas por dulce de leche y recubiertas con un glaseado de azúcar.

El nombre original de este postre derivaba del término árabe al hasú, que significa "relleno", y con el tiempo fue transformándose en distintas versiones hasta llegar a este formato que se conoce hoy en día. Aunque el alfajor ya existía en otras culturas, fue la versión de Zampatti la que marcó un antes y un después en nuestro país.

ALFAJORES

Su popularidad creció rápidamente gracias a un evento histórico, en el cual los constituyentes de 1853, reunidos en Santa Fe, probaron el dulce y lo llevaron de regreso a sus provincias como obsequio. De ese gesto surgió la costumbre de regalar alfajores como recuerdo de un viaje, práctica que persiste hasta hoy.

El alfajor santafesino fue apenas el comienzo. A medida que pasaron las décadas, se fueron sumando variantes regionales como el cordobés con membrillo, los de maicena, los intensamente chocolatosos del sur o los bañados de la Costa Atlántica. Sin embargo, aquel primer paso en Arocena dejó una huella imborrable y marcó el nacimiento de una tradición que se disfruta a diario en todo el país.

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