En 1822, el general Martín Rodríguez, gobernador de la provincia de Buenos Aires (que aún incluía a la ciudad de Buenos Aires), creó el Banco de Descuentos. Fue, durante 20 años, la única entidad bancaria del país. Su propósito fue contar con una institución capaz de descontar letras, pagarés y obligaciones, recibir depósitos y, aquí la novedad, emitir papel moneda. Hasta entonces, las operaciones se hacían con metales: principalmente, plata y oro.
Los primeros billetes fueron concebidos en Buenos Aires, cerca del Cabildo, a una cuadra de la Plaza Mayor, en el local de un francés llamado José Rousseau que era reconocido como “un maestro de grabados”. No tenían valor nominal, debajo de una cinta que identificaba al papel con el “Banco de Buenos Ayres”, Rousseau colocó un texto que decía: “Promete pagar a la vista y al portador la cantidad de... pesos en moneda metálica”. En el espacio en blanco un funcionario público debía escribir la cantidad. Funcionaría, en definitiva, como un pagaré.
La primera tirada, de 7002 billetes, fue impresa en el taller de un tal Pedro Ponce. Entraron en circulación el viernes 6 de septiembre de 1822, día de apertura del banco. A continuación, te contamos el extraño origen de los primeros billetes argentinos, con próceres extranjeros, canguros y dioses de la mitología griega.
Cómo eran los primeros billetes que se imprimieron en Argentina
Fue, de alguna manera, lo más cerca que estuvo la Argentina de la “dolarización”. En 1827, cinco años después de que comenzase a circular el papel moneda en el país, el billete de 1 Peso Moneda Corriente tenía estampada la cara de George Washington. Exactamente el mismo retrato que hoy ilustra el billete de un dólar, pintado por el norteamericano Gilbert Stuart, pero invertido. Estaba ubicado en el costado derecho del billete, enfrentado al retrato de Simón Bolívar.
El billete era tan norteamericano como el dólar: se imprimía en Nueva York, en la American Bank Note Co. Pero llevaba el sello del Banco de Buenos Ayres y la firma de sus autoridades. No era verde: variaba del blanco al negro, con distintos tonos de grises.
Pero Washington y Bolívar no fueron los únicos próceres extranjeros impresos en el dinero argentino. El billete de cinco Pesos Moneda Corriente, del mismo año, también tenía los rostros de otros dos forasteros. Por un lado, estaba el escritor y religioso británico William Penn, fundador de Pensilvania (Pennsilvanya, en inglés). Su cara se haría conocida en todo el mundo algunos años más tarde, a partir de 1909, cuando los fundadores de la empresa Quaker decidieron grabar el rostro de William Penn en su caja de cereales.
Del otro lado del billete, enfrentado, tenía el retrato más conocido -e impreso- en el mundo: el de Benjamin Franklin, “Padre Fundador” y presidente de los Estados Unidos, que está presente en el billete de cien dólares (”cara chica” y “cara grande”). El de 10 Pesos Moneda Corriente, que repetía a Washington y Bolívar, incorporó por primera vez la imagen de un animal. No se trató de una especie autóctona: por el contrario, los diseñadores eligieron el águila calva, el ave representativa de los Estados Unidos.