Entre cerros rojizos y calles angostas de tierra, Purmamarca se consolida como uno de los destinos más cautivantes del turismo en Argentina. Ubicado a más de 2.300 metros sobre el nivel del mar, este pueblo despliega un encanto único que combina naturaleza, historia y cultura viva. Su trazado urbano colonial se organiza alrededor de la iglesia principal, la Santa Rosa de Lima, declarada Monumento Histórico Nacional. El nombre, de origen aymara, significa “pueblo de la tierra virgen” y refleja su esencia ancestral y el vínculo profundo con el entorno.
Considerado por muchos como el pueblo más bonito de Argentina, Purmamarca también destaca por su cercanía con otros paisajes emblemáticos de Jujuy. Es un punto de partida ideal para recorrer la Quebrada de Humahuaca o acercarse a las Salinas Grandes, mientras se disfruta de la tranquilidad de sus calles y la hospitalidad de sus habitantes. A esto se suman experiencias locales, como talleres de hilado con pushka, caminatas nocturnas bajo cielos estrellados y ferias de artesanías que mantienen vivas las técnicas ancestrales.
Quienes visitan Purmamarca se encuentran no solo con vistas imponentes, sino también con historia: desde el legendario Algarrobo Histórico, que presenció la captura del cacique Viltipoco en 1594, hasta el Cabildo más pequeño del país, construido a mediados del siglo XIX y convertido hoy en sala cultural. Cada rincón del pueblo guarda relatos que se transmiten de generación en generación, convirtiendo cada paseo en un viaje al pasado.
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Desde talleres textiles hasta caminatas nocturnas, el turismo cultural y natural de este rincón del norte argentino invita a vivir experiencias auténticas.
Dónde queda Purmamarca
Situado a solo 60 kilómetros al norte de San Salvador de Jujuy, se puede llegar en unos 45 minutos en automóvil por la RN 9 y RN 52. También es posible viajar en colectivo regular desde la terminal de ómnibus jujeña, con salidas cada hora aproximadamente desde la mañana hasta la noche.
Qué puedo hacer en Purmamarca
El imperdible es el Cerro de Siete Colores, una maravilla geológica formada por sedimentos milenarios que regalan un paisaje vibrante, especialmente impactante durante las primeras horas de la mañana. A los pies del cerro se extiende el Paseo de los Colorados, un circuito de tres kilómetros que invita a recorrer parte del lecho del río Tumbaya y descubrir la belleza rojiza del entorno, ya sea por cuenta propia o acompañado por guías locales.
El recorrido por Purmamarca también incluye paradas en sitios cargados de historia. El Algarrobo Histórico, testigo de leyendas y episodios coloniales, y la Iglesia Santa Rosa de Lima, construida en el siglo XVIII y declarada Monumento Histórico Nacional, son dos de los puntos más emblemáticos. Frente a la plaza central se alza el pequeño Cabildo, una construcción singular del siglo XIX que mantiene vivas las tradiciones arquitectónicas de la región.
Para quienes buscan experiencias diferentes, el pueblo ofrece talleres de hilado y tejido en telar, donde se comparten saberes ancestrales, así como salidas nocturnas que invitan a conocer la cosmovisión andina. Estas actividades permiten acercarse de manera auténtica a la cultura local, combinando naturaleza, historia y espiritualidad en un mismo viaje.
Cómo llegar a Purmamarca
Desde Buenos Aires, lo más práctico es volar hasta San Salvador de Jujuy, capital provincial ubicada a unos 1.500 km, con vuelos directos que demoran alrededor de dos horas.
Purmamarca
El Cerro de Siete Colores, formado hace millones de años, es el gran ícono de Purmamarca.
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Desde allí, Purmamarca se encuentra a solo 60 km: se puede llegar en auto por la RN 9 y RN 52 en unos 45 minutos, o tomar un colectivo que parte con frecuencia diaria desde la terminal jujeña. Se recomienda llevar abrigo, calzado cómodo y respetar el patrimonio cultural y natural para conservar la esencia de este pueblo andino.