Charles Cullen parecía una persona tranquila, inofensiva. Pero fue el autor de la idea de crear una “terapia” más radical para terminar con los padecimientos ajenos: administrar la muerte. Lo hizo por 16 años en distintos hospitales, entre 1988 y 2003.
Aplicó su “método final” e inyectó dosis letales de drogas a unos 400 pacientes, muchos de ellos en plena recuperación. Cullen pasó de sanatorio en sanatorio, nueve en total, sin que aquellos que lo contrataron tuvieran el más mínimo cuidado de revisar su ficha para ver a quién estaban introduciendo en las unidades críticas de salud.
Educado, correcto, puntual y dispuesto a trabajar duro, a Charles Cullen le resultó muy fácil conseguir empleo cuando se graduó en enfermería. Pronto se asomó al espanto del sufrimiento y descubrió que no soportaba ver a los pacientes en terapia intensiva.
Quién es Charles Cullen, el enfermero asesino que mató a hasta 400 pacientes
Este enfermero de Nueva Jersey confesó haber asesinado hasta 40 pacientes en el transcurso de su carrera de 16 años trabajando en hospitales. Sin embargo, en posteriores entrevistas con la policía, psiquiatras y periodistas, se puso de manifiesto que había matado a muchos más, a los que no podía recordar específicamente por su nombre, aunque a menudo podía recordar detalles sobre los asesinatos. Los expertos han estimado que Cullen puede haber sido responsable de hasta 400 muertes. En 2006 se le condenó a once cadenas perpetuas consecutivas.
Charles Cullen intentó suicidarse más de veinte veces. Después de que sus padres murieran, se convirtió en enfermero, aunque primero, en 1978 se inscribió en la armada norteamericana. Fue asignado a las tripulaciones de submarinos que cargaban misiles. Con el paso de los meses su inestabilidad mental se hizo más notable. Luego de varios intentos de suicidio, en marzo de 1984, fue dado de baja por sus problemas psíquicos.
Su primer crimen está registrado ocurrió el 11 de junio de 1988. Ese día Charles Cullen le dio una dosis letal a un paciente: el juez John Yengo (72), quien había sido ingresado por una reacción alérgica. Siguió con otro que tenía VIH: le administró una sobredosis de insulina. Las muertes inexplicables aumentaban.
Charles había terminado ya con la vida de unas once personas cuando, en enero de 1992, se inició una investigación formal en el Centro Médico St. Barnabas. Charles eligió dejar el trabajo para evitar ser investigado y todo quedó en la nada.
Y así siguieron pasando más casos en las nueve instituciones donde trabajó, hasta que en el año 2006 fue sentenciado a once cadenas perpetuas consecutivas en Nueva Jersey.
En los juicios pudo probarse la intervención de Charles Cullen solamente en 29 muertes. Hay sospechas firmes sobre otras 16 muertes. Sin embargo, en distintas entrevistas con la policía, psiquiatras y periodistas, Charles dejó entrever que podría haber asesinado a muchísimas personas más, pero sostuvo que simplemente no recordaba sus nombres.
Los cálculos más pesimistas hacen estimar que podría ser responsable de unas 400 muertes. De ser cierto, sería el asesino en serie más prolífico de la historia. Con 17 cadenas perpetuas, Charles Cullen no volverá a vivir jamás en libertad.