Es conocido como el crimen más famoso del siglo XX y al día de hoy sigue teniendo teorías

Las nuevas y extrañas teorías sobre la muerte de un bebé en Nueva Jersey han reavivado el debate sobre la muerte de Charles Lindbergh Jr., el pequeño hijo de uno de los aviadores más famosos y polémicos de la historia.

  • Luego de casi 100 años, se puso en duda quién pudo haber sido el verdadero criminal del secuestro y asesinato de Charles Lindbergh Jr., este es el famoso caso Lindbergh conocido el crimen del siglo.
  • En su momento, se halló un responsable, Bruno Richard Hauptmann, quien fue sentenciado a muerte y ejecutado en abril de 1936.
  • Actualmente, hay varios historiadores y profesionales que revisan si realmente fue Hauptmann el verdadero homicida.
  • Se abrió una teoría, que no todos apoyan pero habilita dudas, donde se pone el ojo en el padre del niño asesinado como sospechoso, ya que hubo varios indicios y pruebas que no certificaban cien por ciento que el acusado inicial fuera el verdadero artífice de dicho crimen. Esto deja abierto a pensar que el fallo pudo haber sido erróneo.

La foto de la ficha policial de Bruno Richard Hauptmann. La silla eléctrica de madera donde fue ejecutado. Una esponja parecida a la que se sumergió en agua salada y se colocó en su cabeza para conducir la corriente mortal de electricidad.

Esta colección macabra se encuentra en un pequeño museo en Nueva Jersey, a unos 32 kilómetros del lugar donde se halló, boca abajo sobre la tierra, el cuerpo en descomposición de Charles Lindbergh Jr., el niño pequeño por cuyo secuestro y asesinato sentenciaron a Hauptmann.

Hace casi 100 años, el caso Lindbergh se conocía como el crimen del siglo en virtud de sus detalles cinematográficos y el alto perfil de los padres del niño, Anne Morrow Lindbergh, hija de un diplomático; y Charles Lindbergh, un piloto aviador que fue catapultado a la fama por realizar el primer vuelo en solitario y sin escalas de la historia, desde Nueva York a París.

Así fue el crimen que se presentó como el más famoso del siglo XX

En las décadas que han transcurrido desde entonces, como pueden atestiguar los guardianes de los archivos sobre el secuestro del hijo de Lindbergh, el interés público en el caso nunca se atenuó, como tampoco lo hizo el escepticismo sobre la culpabilidad de Hauptmann. Pero una nueva teoría estrambótica y espeluznante sobre la posible participación de Lindbergh en la muerte de su hijo, y la renovada presión legal para que se hagan análisis de ADN a la evidencia, se han combinado para devolver a la conversación pública el misterio alrededor del asesinato más perdurable de Estados Unidos.

Hauptmann, un inmigrante alemán que había trabajado como carpintero y vivía en el distrito del Bronx de la ciudad de Nueva York, fue ejecutado por el crimen en abril de 1936. Hace poco, su sobrina bisnieta, Cezanne Love, y la tía de ella facilitaron muestras de su ADN con la esperanza de que los tribunales de Nueva Jersey decidieran abrir la posibilidad de explorar, con la ciencia moderna, las dudas de hace un siglo: ¿Se ejecutó a un hombre inocente? Y, si no fue así, ¿actuó sin cómplices?

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“En lo personal, no creo que él sea culpable”, dijo Love, señalando que Hauptmann y su viuda defendieron su inocencia, y su coartada, hasta el final. Pero si las pruebas sí lo vinculan al caso, “entonces que así sea”, afirmó. “Quiero descubrir la verdad”.

Charles Lindbergh Jr. tenía 20 meses de edad cuando desapareció de su habitación en East Amwell, Nueva Jersey, el 1 de marzo de 1932. Tras el secuestro, en su casa se hallaron una escalera de madera, un cincel y la primera de más de una decena de notas para pedir dinero por su rescate. La familia accedió a pagar 50.000 dólares, pero el niño fue hallado sin vida 10 semanas después.

La investigación, que fue liderada por la Policía Estatal de Nueva Jersey y llegó a las portadas de todo el mundo, continuó hasta septiembre de 1934, cuando un certificado de oro de 10 dólares, procedente del pago del rescate, se usó para comprar gasolina en Nueva York.

Los investigadores rastrearon el auto de la gasolinera hasta dar con Hauptmann y luego encontraron en su garaje 13.760 dólares en billetes del rescate, dinero que según él le había dado a guardar un hombre que murió en Alemania antes del juicio.

No había huellas digitales, y no hubo ninguna confesión ni una explicación de cómo un solo secuestrador pudo haber orquestado el rapto de un niño pequeño de su cuarto en un segundo piso, en una noche lluviosa de martes, mientras cinco adultos y un perro se encontraban en la misma casa. Hauptmann fue declarado culpable y sentenciado a muerte tras un juicio de seis semanas en Flemington, Nueva Jersey.

En la época en que el niño fue secuestrado, su padre era un héroe nacional.

Sin embargo, más tarde, la historia vería al reconocido piloto que murió hace 50 años bajo una mirada mucho más crítica. A Lindbergh le fascinaba el estudio de la eugenesia y fue vilipendiado por los medios en 1938, tras aceptar una medalla por sus contribuciones a la aviación de parte de Hermann Goering, en representación de Adolf Hitler, lo cual muchos interpretaron como una señal de que era partidario del régimen nazi.

Ahora, Lise Pearlman, jueza jubilada de California, especula que Lindbergh fue capaz de algo incluso más siniestro: sacrificar a su hijo para realizar experimentos científicos que derivaron en la muerte del niño.

“Aprovecho la distancia del tiempo para tratar al padre del niño como un potencial sospechoso de su secuestro y homicidio; al igual que todos los otros integrantes de la lista, fue un ser humano falible, no un semidiós”, escribió Pearlman en un libro publicado en 2020: The Lindbergh Kidnapping Suspect No. 1: The Man Who Got Away.

niño asesinado

Los otros investigadores del caso Lindbergh ven esta teoría con un profundo escepticismo.

Pearlman reconoció que sus hallazgos se basaban en pruebas circunstanciales, pero convincentes, de la escena del crimen, la condición del cadáver del niño y los estudios que Lindbergh estaba realizando en aquel entonces con Alexis Carrel, un cirujano ganador del Premio Nobel y pionero en el trasplante de órganos.

En febrero del año pasado, Pearlman compartió su teoría en una conferencia organizada por la Academia Estadounidense de Ciencias Forenses, lo cual amplió el alcance de sus ideas y reabrió el debate sobre los enigmas persistentes de este crimen.

Los escritores que han investigado el caso con el mismo nivel de detalle que Pearlman comentaron que, después de 100 años, sería imposible comprobar de forma definitiva una teoría totalmente nueva. Pero eso no ha impedido que ciertas personas lo intenten.

Hace décadas, un exprofesor de la Universidad Estatal de Nueva Jersey, Lloyd Gardner, fundó un colectivo que se autodenominaba Los irregulares de State Street, como homenaje a la serie de libros de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle. El grupo se reunía en el bar de un restaurante en Lambertville, Nueva Jersey, cuando Gardner escribía su libro sobre el tema, The Case That Never Dies (El caso que nunca muere).

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