Millones de personas en África podrían enfrentarse a un riesgo adicional de contraer malaria debido a la expansión de los hábitats de los mosquitos transmisores, un efecto directo del cambio climático. Un nuevo análisis de la Universidad de Copenhague, publicado en Global Change Biology, advierte que el calentamiento global creará condiciones más favorables para la enfermedad, que ya causa la muerte de cerca de 600.000 personas al año, mayormente niños en el África subsahariana.
El estudio, liderado por Tiem van der Deure, estima que el impacto potencial del cambio climático podría poner en riesgo adicional a una cifra que oscila entre 200 millones (escenario conservador) y mil millones de personas (considerando el crecimiento demográfico). El aumento de las temperaturas beneficia a los mosquitos portadores del parásito, alterando el mapa de la enfermedad en el continente.
Los investigadores analizaron la respuesta de seis especies de mosquitos de la malaria más comunes a los cambios climáticos proyectados. Sus modelos, entrenados con miles de observaciones, indicaron que las condiciones climáticas adecuadas para tres de estas especies se expandirán, mientras que las otras tres no experimentarán una disminución significativa. Esta tendencia general es considerada "preocupante".
La expansión geográfica de la malaria se prevé especialmente intensa en África oriental y central, mientras que en África occidental las condiciones seguirán siendo favorables para la transmisión. Este avance representa una grave amenaza, ya que las poblaciones de las nuevas áreas expuestas carecen de experiencia previa con la enfermedad y presentan una inmunidad muy baja, lo que podría agravar la crisis sanitaria.
El equipo científico enfatizó que el riesgo no es inevitable. El autor principal, van der Deure, subrayó que es posible prevenir "gran parte de esto limitando el cambio climático" al cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El profesor David Nogués Bravo complementó que la falta de acción climática se traduce directamente en una "crisis de salud pública en ciernes".