Las sierras de Córdoba guardan rincones que parecen sacados de una postal, aunque no todos figuran en las guías turísticas más populares. Entre ellos aparece un refugio muy especial, levantado con esfuerzo y pasión, que sorprende tanto por su ubicación como por la historia que lo rodea.
No se trata de una construcción lujosa ni de gran tamaño. Todo lo contrario: su encanto radica en lo simple. Una de sus paredes es directamente roca de la montaña y sus ventanales permiten ver un paisaje que parece infinito. El sitio combina naturaleza agreste, silencio y una cascada que le da un aire casi mágico.
Además de lo pintoresco, el lugar tiene un condimento histórico: fue construido por el recordado piloto de rally Jorge Recalde, que soñó con regalar a los visitantes un refugio para contemplar las Altas Cumbres de otra manera. Eso lo convierte en un punto que atrae tanto a los amantes de la aventura como a los seguidores de los deportes motores.
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Dónde queda La casita de cristal
El refugio está en las Altas Cumbres, más precisamente en la zona donde nace el río Chico, que luego desemboca en el Nono, en Traslasierra. Llegar no es sencillo: el paisaje es áspero y salvaje, con quebradas y desniveles pronunciados, pero al mismo tiempo ofrece panorámicas únicas de las Sierras Grandes y del valle.
Uno de los atractivos naturales es la cascada doña Elba, que se despliega justo al lado de la casita. Con varios metros de caída, regala un espectáculo que contrasta con las piedras y el verde de la montaña.
Qué puedo hacer en La casita de cristal
El sitio invita a desconectar: no hay señal de celular ni servicios turísticos tradicionales. La propuesta es simple pero intensa: caminar, sacar fotos, tomar mates frente a la cascada y, en algunos casos, pasar la noche con bolsa de dormir y aislante.
El trekking hasta allí es de dificultad media a alta. Son alrededor de 12 kilómetros ida y vuelta, con 750 metros de desnivel. La caminata puede demandar entre tres y cuatro horas en cada tramo, dependiendo del ritmo. Por eso, lo más aconsejable es ir con guías habilitados, que conocen bien los senderos y pueden orientar sobre los mejores puntos de descanso.
Quienes completan el recorrido se llevan la recompensa de contemplar el Champaquí y el Cerro Bayo desde un ángulo distinto, además de esas postales que terminan circulando en todas las redes sociales.
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Cómo llegar a La casita de cristal
Para iniciar el camino se debe tomar la ruta provincial 34, antes de descender hacia Mina Clavero. Allí hay un puesto donde se cobra estacionamiento y también se pueden comprar productos regionales o algo para comer antes de comenzar la travesía.
Desde ese punto, empieza la caminata que avanza entre quebradas y senderos de montaña. El terreno es irregular y, aunque no requiere experiencia profesional, sí demanda un buen estado físico y paciencia para ir sorteando piedras y pendientes.