Un neurocientífico reveló el ejercicio para hacer todas las semanas que aumenta la longevidad

Entrenar esta zona ayuda a fortalecer el corazón y el cerebro. Un hábito muy fácil que se adapta a todas las edades y estilos de vida.

Adoptar rutinas que fortalezcan el cuerpo y la mente es muy importante para vivir más y mejor. Entre las estrategias que mejor funcionan hay un tipo de entrenamiento cardiovascular específico que se afianza como un aliado para mejorar la salud, potenciar la resistencia y prolongar la calidad de vida. Este método, respaldado por la ciencia, puede integrarse fácilmente en la agenda semanal.

En el ámbito de la neurociencia aplicada al bienestar, Andrew Huberman, profesor de la Universidad de Stanford y divulgador en su podcast Huberman Lab, resaltó la importancia del ejercicio aeróbico como herramienta para la longevidad. Sus investigaciones confirman que la actividad física regular no solo cuida el corazón y el cerebro, sino que también ayuda a prevenir el deterioro asociado al envejecimiento.

Mantener una rutina de entrenamiento en una intensidad controlada optimiza el metabolismo, mejora la circulación y reduce la inflamación crónica. Con la ventaja de que no requiere grandes inversiones ni equipamiento complejo, se convierte en una opción accesible para quienes buscan un hábito sostenible que impacte en su salud a largo plazo.

Longevidad
Apostar por el movimiento diario asegura beneficios duraderos y accesibles, con efectos positivos tanto en la salud física como en la calidad de vida a largo plazo.

Apostar por el movimiento diario asegura beneficios duraderos y accesibles, con efectos positivos tanto en la salud física como en la calidad de vida a largo plazo.

Cuál es el ejercicio ideal para hacer semana a semana y que beneficia la longevidad según expertos

Huberman señala que el entrenamiento en “zona 2” es una de las prácticas más efectivas para mejorar la salud cardiovascular y cerebrovascular. Este rango de esfuerzo equivale a trabajar entre el 60 y 70 por ciento de la frecuencia cardíaca máxima, lo que favorece la resistencia, optimiza el uso de energía, acelera la recuperación y minimiza el riesgo de lesiones.

Para calcular la zona 2, se parte de la fórmula 220 menos la edad. Una persona de 40 años tendría una frecuencia máxima estimada de 180 pulsaciones por minuto, por lo que su zona 2 se ubicaría entre 108 y 126 pulsaciones. Actividades como caminar a paso rápido, trotar suavemente o andar en bicicleta a ritmo moderado permiten alcanzar este nivel de intensidad.

El neurocientífico recomienda realizar entre 150 y 200 minutos semanales de este tipo de ejercicio, distribuidos en varias sesiones si es necesario. Él mismo lo incorpora en forma de carreras suaves de 70 a 90 minutos, caminatas de hasta cuatro horas o actividades cotidianas que impliquen movimiento constante, como llevar bolsas del supermercado, jugar con niños o caminar mientras se habla por teléfono.

Longevidad
En un contexto donde el ritmo acelerado de la vida moderna genera altos niveles de estrés, sedentarismo y desequilibrio en los hábitos cotidianos

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Huberman también destaca que entrenar al aire libre potencia los beneficios al sumar exposición al sol, contacto con la naturaleza y aire fresco. Según explica, integrar la zona 2 en la rutina diaria aumenta la probabilidad de mantenerla en el tiempo, incluso con agendas exigentes, ya que se adapta a cualquier condición física, edad y estilo de vida.

Para él, este ejercicio no solo contribuye a la salud física, sino que también fortalece el bienestar mental. Al mantener el cuerpo activo en este rango de intensidad, se promueve la longevidad y se construye una base sólida para disfrutar de una vida plena y activa por más años.

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