Esto le pasa al cuerpo si comés ajo todos los días: lo tenés que saber sí o sí

Efectos fisiológicos, aportes nutricionales y posibles riesgos vinculados al consumo habitual de este alimento.

  • El ajo desencadena procesos vinculados a defensas, corazón y digestión, con efectos positivos y reacciones adversas.
  • Sus compuestos activos, como la alicina, influyen en la respuesta inmunológica y en la salud cardiovascular.
  • El bulbo aporta beneficios siempre que esté integrado en un estilo de vida equilibrado y se consuma con moderación.
  • También presenta contraindicaciones, especialmente en personas sensibles o bajo ciertos tratamientos médicos.

Durante milenios, el ajo formó parte de diversas culturas debido a su capacidad para intervenir en funciones esenciales del organismo. La combinación de compuestos que posee explica por qué este ingrediente, más allá de su aroma persistente, sigue siendo considerado un recurso natural de amplio impacto fisiológico. Sus propiedades se manifiestan con mayor claridad cuando ingresa en la alimentación cotidiana y se mantiene como hábito sostenido.

Al integrarse con regularidad en las comidas, el ajo desencadena acciones asociadas a la protección celular, la respuesta inmune y el funcionamiento cardiovascular. La presencia de sustancias de origen sulfurado explica buena parte de esos efectos, ya que activan mecanismos antioxidantes, antimicrobianos y antiinflamatorios. No obstante, la potencia de esos compuestos también puede generar molestias si existen sensibilidades digestivas o condiciones previas.

El equilibrio resulta clave. Aunque sus beneficios están documentados por especialistas, el bulbo no es una solución aislada ni un recurso que se adapte a todas las personas. La forma de preparación, la cantidad ingerida y la tolerancia individual determinan hasta qué punto sus propiedades serán bien recibidas por el organismo.

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Especialistas destacan que los compuestos activos del ajo intervienen en procesos clave para la salud cardiovascular y digestiva.

Especialistas destacan que los compuestos activos del ajo intervienen en procesos clave para la salud cardiovascular y digestiva.

Qué le pasa al cuerpo si comés ajo todos los días

El ajo puede actuar como un aliado del sistema de defensas, gracias a la actividad de la alicina, un compuesto que interviene como antimicrobiano y que impulsa la eficiencia inmunológica. Esta sustancia participa en la modulación de citocinas y contribuye a reducir el impacto de ciertos patógenos. Algunas observaciones preliminares indican que quienes consumen extracto de ajo suelen atravesar menos días de enfermedad, aunque la calidad de esos estudios limita conclusiones firmes.

En el terreno cardiovascular, diversas investigaciones registraron efectos moderados pero favorables. Entre ellos se destacan leves descensos del colesterol total y del colesterol LDL, además de reducciones promedio en la presión arterial sistólica y diastólica. Estos cambios se asocian a compuestos sulfurados que favorecen la producción de óxido nítrico, con impacto directo en la vasodilatación. Las especialistas subrayan que estas mejoras solo aparecen cuando el ajo forma parte de una rutina alimentaria ordenada.

A nivel digestivo, el bulbo puede estimular la flora intestinal, promover el crecimiento de lactobacilos y favorecer ciertas enzimas digestivas. Sin embargo, su alto contenido en FODMAPS provoca síntomas molestos en personas con sensibilidad gastrointestinal, especialmente quienes padecen síndrome de intestino irritable o disbiosis.

El conjunto de vitaminas y minerales presentes en el ajo, si bien aparece en cantidades reducidas por la porción habitual de consumo, agrega funciones complementarias. Destacan la vitamina B6, la vitamina C y oligoelementos como manganeso, selenio, hierro y cobre. Estos micronutrientes participan en procesos enzimáticos, transporte de sustancias y mecanismos antioxidantes.

No obstante, su ingesta diaria puede generar efectos secundarios. Entre los más frecuentes aparecen flatulencias, mal aliento, distensión abdominal, reflujo y acidez. A esto se suma la liberación de compuestos a través del sudor, lo que deja un aroma característico en la piel. Las personas con problemas digestivos suelen experimentar mayor intensidad en estas molestias.

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El ajo puede generar molestias gastrointestinales y potenciar anticoagulantes.

El ajo puede generar molestias gastrointestinales y potenciar anticoagulantes.

Una advertencia relevante recae sobre quienes utilizan medicamentos anticoagulantes. El ajo puede potenciar sus efectos debido a su acción antiplaquetaria, lo que eleva el riesgo de sangrado, especialmente si se consume en exceso o ante una cirugía próxima. En estos casos se requiere supervisión profesional para definir cantidades seguras.

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