Ostende sorprende por la sencillez y la claridad de su proyecto gastronómico, que es el de recuperar los sabores y el espíritu de la mesa familiar, lo que queda en evidencia tanto en su menú así como en la ambientación.
Ubicado en el creciente polo gastronómico de Colegiales, se trata de un restaurante con una propuesta de cocina local bien definida y una carta que homenajea los sabores de la mesa familiar.
Ostende sorprende por la sencillez y la claridad de su proyecto gastronómico, que es el de recuperar los sabores y el espíritu de la mesa familiar, lo que queda en evidencia tanto en su menú así como en la ambientación.
Para empezar, la elección del nombre se debe a que las personas detrás de este proyecto son de las generaciones que relacionan la costa atlántica con los recuerdos de infancia y los amigos. Y el espacio, que cuenta con planta baja y primer piso, transmite eso, con elementos como pelotas playeras y juegos de Scrabble, mesas de fórmica de color verde y sillas típicas de los años ‘70. Tranquilamente, podría tratarse de una casa en la que se convoca al encuentro con un menú tradicional, con platos abundantes, para compartir, elaborados con carnes, pastas y frutos de mar, inspirados en las recetas de las abuelas.
De hecho, el menú está a cargo de la chef y jefa de cocina Paz Lucero, que utilizó varias recetas familiares para los platos de clara impronta argentina. Se suma el trabajo de Elías Aguilar Ruiz en el armado de la carta de vinos, que busca reivindicar las cepas italianas plantadas en Argentina por los inmigrantes -poco comunes en otros lugares- y una sección de vermutería original a cargo de Vir Calderón.
El espacio se encuentra en el creciente circuito gastronómico de Colegiales, que reúne la tranquilidad de los barrios y la presencia de árboles y verde con una serie de propuestas para salir a pasear. Está ubicado en Virrey Loreto 3303.
Entre las entradas, se destacan las aceitunas con queso marinado, aceite cítrico y achiote, una buena opción para acompañar el vermut a la tardecita o picar antes de comer; la tortilla de papa española rellena de mozzarella y las exquisitas empanadas de mar, con merluza, morrón rojo y verde, cebolla cebolla de verdeo.
Como principal, las milanesas se encuentran entre lo más elegido, como el clásico de la casa, la milanesa de cerdo con fettuccini, manteca de limón, alcaparras y alioli del día; o la milanesa a la napolitana -se puede pedir en porción individual o para compartir- con guarniciones como puré de papas o fetuccini Alfredo. Otro de los más pedidos es el risotto con hongos de pino y liliáceas, uno de los platos estrella.
Como empieza a verse cada vez más, el menú de este bodegón tiene una sección de sándwiches, con dos opciones para elegir. Por un lado el Sandwich club, elaborado con pan artesanal de molde, tomate, panceta, milanesa de pollo, mozzarella, jamón, huevo, mix de verdes y alioli clásico, y una opción vegetariana, el sándwich de focaccia, elaborado con pan de focaccia artesanal, una base de guacamole, tomates asados, provoleta a la plancha y rúcula. Esto es particularmente destacable, dado que apunta al comensal veggie, un tipo de cliente en ascenso, que busca algo más que ensaladas en un restaurante. En ese sentido, Ostende prevé varias alternativas vegetarianas en su menú.
La sección dulce de la carta ofrece postres tradicionales, como el tiramisú casero, para rendir tributo a la tradición italiana, y el brownie tibio con helado de americana, caramelo salado y pistachos, más moderno, pero ya un clásico de la cocina porteña.
Para los cultores del after office o, simplemente, para aquellos que gustan de tomar un aperitivo a última hora de la tarde, se recomienda probar el Sodeado, un vermut hecho con un blend de vermuts creados por la bartender de la casa, que combina Cinzano Rosso, Segundo y Bianco, y al que se le suman salmuera de mar, soda y un pincho de pickles.
Las líneas de colectivo que tienen paradas cercanas son 44, 80, 90, 140, 151, 168 y 184. También se encuentra a unas cuadras la estación Colegiales, del Tren Mitre.