Un hombre que pesa 230 kilos cumplió la promesa que le realizó a su nieto de bailar en su casamiento tras estar dos años sin poder moverse. La increíble historia de superación fue replicada en la red social X y se hizo viral.
Vicente Gómez dejó atrás el sedentarismo y pudo estar en la fiesta y bailar con los recién casados. La historia se hizo viral por el empeño que puso en salir adelante pese a su enfermedad.
Un hombre que pesa 230 kilos cumplió la promesa que le realizó a su nieto de bailar en su casamiento tras estar dos años sin poder moverse. La increíble historia de superación fue replicada en la red social X y se hizo viral.
Vicente Gómez padece de obesidad y su vida se remite al encierro, además de que necesita asistencia mecánica para poder respirar. Según contó Juan Ignacio Sajtroch, cuando él y su hermano menor le comunicaron a su abuelo que en 2024 se casarían con sus respectivas parejas él les prometió: “Voy a comenzar a moverme para poder bailar en los casamientos”.
El joven publicó un mensaje en la red social X , el 31 de enero por la mañana, una semana y media antes de que su hermano se casara. Ahí se ve a Tito, lavando los platos y empezando a hacer un cambio de vida.
Juan Ignacio comentó en TN que lo empezó a llamar todos los días y que su obligación era mandarle todo lo que comía. El 10 de febrero, el joven publicó dos videos en los que se ve a Tito bailando, sonriente y aclamado por el resto de los invitados.
El abuelo perdió 10 kilos a partir de dejar atrás el sedentarismo y cambiar su alimentación. Recordó cómo disfrutó de la fiesta: “Estuve muy bien y pude decirles lo feliz que estaba. Si bien pasé el 80% de la fiesta sentado, lo disfruté mucho".
Vicente dio algunos detalles su vida dura en TN donde destacó: "Tuve una infancia atroz y hasta viví en la calle cagado de hambre. La obesidad que tengo se la atribuyo al hambre que pasé durante toda mi infancia y adolescencia. Sumado a que nunca tomé agua ni hice ejercicio”.
El hombre está casado con Silvia (este año cumplen 50 años de matrimonio) y padre de cinco hijos: Florencia, Pablo, Alejandro, Leandro y Diego. Su mamá murió cuando tenía 7 años y su familia decidió que se fuese a vivir al campo en Santa Fe.
Reflexionó sobre esa época: “La tragedia más grande que me tocó vivir y a mí me dieron lo peor. Me mandaron a trabajar al campo y me tenía que despertar a las 2 de la mañana para ir a buscar las vacas y llevarlas al corral. Tenía tanto frío en los pies que los hundía en la bosta para calentarlos”.