Silvia Rinque, la orfebre mapuche que encontró su identidad

Cuando tenía 20 años Silvia Rinque quiso averiguar quién era de verdad. El resultado de esa búsqueda la llevó a hacer platería mapuche, un arte emblemático que pertenece a toda una comunidad. 

Silvia Rinque buscaba, cada vez que se subía al colectivo, a alguien que se pareciera a ella, que tuviera sus rasgos, con quien identificarse. Cada vez que viajaba en transporte público miraba lado a lado y buscaba su identidad.

La búsqueda real, en papeles, empezó cuando tenía 20 años. Juntó los datos que ya tenía -siempre supo que había sido adoptada por una familia “blanca” a los 6 años, que era originaria de Junín y que Rinque siempre fue su apellido- y, con esa información, viajó a Junín para saber más.

Cuando llegó por primera vez, los vecinos la reconocieron al instante y ella logró, por fin, identificarse, encontrar a alguien que se pareciera a ella: Silvia ahora sabía, años más tarde, que pertenecía al pueblo mapuche. “Descubrí, al llegar, que tenía una gran familia que era un pueblo entero”.

Cuando descubrió que era mapuche quiso hacer algo para resarcir tanto tiempo de raíces apagadas y la platería fue la respuesta natural.

“Empecé a ver qué podía construir y llegué a ver la platería en los museos del sur así que empecé a hacer platería mapuche, un arte emblemático de mi pueblo. No hago diseño de autor porque para mi esto es un bien comunitario y el autor es, en realidad, el pueblo entero”, dice hoy mientras cincela la plata y se reconoce, por fin, en su pueblo e identidad.


Realización: Camila Alonso
Edición: Ailín Russo

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