El mate es una de las costumbres más arraigadas de nuestra cultura y está presente no solo en desayunos y meriendas, sino también en reuniones o como acompañante en el trabajo, estudio o donde se quiera tomar uno. Sin embargo, para disfrutar de un buen mate con el sabor justo y sin riesgos para la salud, hay un paso esencial que se recomienda no pasar por alto: curar el recipiente antes del primer uso.
Aunque parezca una tarea innecesaria, este proceso es clave para quienes utilizan mates de calabaza o madera. Ambos materiales son porosos y, si no se sellan correctamente, pueden alterar el gusto de la yerba o incluso generar humedad interna que favorece la aparición de hongos. Curarlo no solo mejora el sabor de la infusión, sino que también prolonga la vida útil del mate y lo mantiene en condiciones higiénicas.
Cada tipo de mate requiere su propio método de curado y limpieza, dependiendo del material y del uso que se le dé. Este paso, que mezcla tradición y cuidado artesanal, garantiza una experiencia más segura, agradable y fiel al espíritu de esta bebida emblemática.
Por qué se debe curar el mate
Curar el mate es una práctica fundamental para preparar los recipientes hechos con materiales naturales como la calabaza o la madera. Según los especialistas de Taragüí, este proceso permite sellar los poros internos del recipiente, evitando que los sabores del material interfieran con el de la yerba mate y, al mismo tiempo, previniendo la formación de hongos causados por la humedad.
En el caso de los mates de calabaza, se recomienda llenarlos con yerba usada y agua caliente, dejándolos reposar entre 12 y 24 horas. Luego, se retira el contenido y se raspan las paredes internas con una cuchara para eliminar restos o imperfecciones. Este procedimiento se repite varias veces hasta que la calabaza cambie ligeramente de color, lo que indica que está correctamente curada y lista para usar.
Los mates de madera requieren un paso adicional: antes de agregar la yerba y el agua caliente, se debe untar el interior con una fina capa de aceite o manteca, dejando que repose por 24 horas. Este paso ayuda a hidratar la madera y sellar sus poros. Posteriormente, se repite el mismo proceso que con los mates de calabaza, completando varias rondas hasta que el material haya absorbido los aceites y el aroma de la yerba.
Una vez curado, el mate debe mantenerse limpio y bien ventilado. Los expertos recomiendan vaciar la yerba al terminar cada cebada, enjuagar con agua y dejarlo secar boca arriba. Colocarlo boca abajo o dejar restos de yerba por mucho tiempo favorece la humedad y el crecimiento de hongos. Con estos cuidados, el mate conserva su aroma natural y brinda una experiencia más pura en cada ronda compartida.