Toda conquista es un hecho violento en la historia, supone principalmente la ocupación por la fuerza de un determinado territorio. La conquista es un plan que se ejecuta a sangre y fuego. La colonización, en cambio, es un proceso histórico de mayor alcance. Realizada la conquista, la colonización es el siguiente paso, el cual supone la imposición de nuevas estructuras, la expansión y permanencia de asentamientos y la creación de dispositivos para controlar a la población nativa.
Por su parte la colonialidad es cuando continúan vigentes en una sociedad lógicas culturales, económicas, educativas, sociales y de conocimiento propias de la colonización aun cuando esa población se haya independizado. Podríamos decir que la colonialidad es el punto más alto en una relación de dominación. Si la conquista es la parte más cruda y violenta, la colonización es su prolongación por medios militares, políticos e institucionales. Es una forma tanto de sostener lo conquistado como de incorporarlo de forma funcional a las necesidades de los conquistadores.
Embed - C5N on Instagram: " "PLAN CONTINENTAL": EL PAÍS QUE PENSÓ SAN MARTÍN La independencia es un punto de inflexión en nuestra historia. El “Plan Continental” fue una planificación política-militar en tres etapas para lograr la independencia latinoamericana a partir de la liberación de Argentina, Chile y Perú. @nahuelsosasharpe"
En cambio, la colonialidad es lo que permite que la relación de dominación se perpetúe a lo largo del tiempo, es la condición más compleja porque subyace muchas veces de manera implícita, casi invisible. Es algo que está entre nosotros pero a su vez no se presenta nítidamente, se enreda silenciosamente en nuestras costumbres, nuestras ideas y nuestras formas de concebir el mundo. La colonialidad transgrede por ello los límites de la colonización, es decir, no es apenas un acontecimiento o la forma en que se produjo un tipo de dominación sino más bien los dispositivos por los cuales esta condición sigue latente.
La independencia es un punto de inflexión en nuestra historia. Es creación y participación colectiva. Implica discutir cómo ser libres, supone asumir un destino en tanto comunidad organizada. La particularidad de nuestra independencia es que continúa latente, no es un plan del pasado sino que por el contrario cada día está más vigente y lo seguirá estando en la medida que no haya una independencia plena e integral.
La independencia nos coloca frente al dilema de cómo ser libres en la colonialidad. Es una discusión que pone en juego la cosa pública.
Las cuestiones que estuvieron presentes en el “Plan Continental”
“En Argentina se debatieron en el siglo XIX cosas muy hermosas que luego no se pudieron cumplir. Luego la historia llevó por otros lados a la Argentina, pero tuvieron próceres, intelectuales, luchadores que pudieron visibilizar que América Latina iba a poder caminar sus caminos de emancipación sólo cuando el movimiento de los pueblos indígenas adquiriera su reconocimiento”. Esta frase del discurso de Álvaro García Linera durante la entrega del Honoris Causa en la Universidad de Cuyo condensa dos cuestiones que estuvieron presentes en el “Plan Continental” de José San Martin”.
La primera es la noción de “americanización”, la cual supone que el plan de la independencia no se restringía a cada provincia en particular sino que era un plan para la región. La apuesta por una confederación es una apuesta porque exista una unidad americana. La segunda es que la emancipación plena solo se puede dar caminando con los pueblos indígenas. No fue casualidad que el ejército de los Andes estuviera integrado por civiles, gauchos, mestizos, esclavos libertos, indígenas y voluntarios de todas las clases sociales. Tampoco lo fue la decisión de San Martín de liberar a los esclavos varones entre 16 a 30 años para ser incorporados al Ejército Libertador fue, en ese contexto era una acción revolucionaria.
El “Plan Continental” fue una planificación política-militar para lograr la independencia a partir de la liberación de Argentina, Chile y Perú. En su carta a Rodríguez Peña, el 22 de abril de 1814, el libertador escribía “ya le he dicho a UD, mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar allí con los godos, apoyando un gobierno de amigos sólidos para acabar también con los anarquistas que allí reinan; aliando las fuerzas pasaremos por mar a tomar LIma; ese es el camino y no éste, mi amigo. Convénzame UD, que hasta que no estemos sobre Lima la guerra no se acabará”.
Un plan en tres etapas
La primera etapa fue la creación de un ejército en Mendoza, la segunda consistía en el cruce de la cordillera de los Andes a Chile para sorprender al enemigo y la tercera se basaba en la expansión a Perú por mar, para finalmente atacar Lima. Fue un plan original, creativo y épico, basado en operaciones de espionaje, contra información y ataques sorpresivos que se realizaban a partir de la colaboración de los paisanos.
Párrafo aparte merece el Cruce de los Andes, una de las hazañas más heroicas y complejas de la época.. En esta ocasión hay dos elementos articulados armónicamente: la disciplina y la innovación. El primero fue un factor determinante para lograr la victoria, contar con una estructura de cuadros sólida y compacta permitía acciones rápidas y eficaces. La segunda es clave porque es el arte de lo impensado, es innovar con la lógica propia pero también con el conocimiento de la lógica del adversario. Es comprender cómo planifica el otro.
Cambiar permanentemente los puntos de cruces de Los Andes, hacer del engaño una trampa certera, y combinar el arte de la guerra con la inventiva política son rasgos destacables desde este punto de vista. Esta planificación no queda solo en manos de los jefes de campañas ni del aparato militar, sino que fue épica porque la construyen los diversos actores sociales que colaboran con el Plan, se lo apropiaron. Recordemos los talleres de Fray Luis Beltrán para la fabricación y reparación de armas, municiones y pertrechos del Ejército de los Andes. Y el acompañamiento de la población local para abastecer de ropa, comida y víveres a los soldados.
El país que tenía en la cabeza San Martín
Desde una mirada sociológica el “Plan Continental” expresa una transformación social basada en la liberación nacional. Es una estrategia con actores estatales y actores no estatales a partir de renovadas dinámicas sociopolíticas que están dejando atrás un determinado orden social colonial y están en plena transición para establecer nuevos modos de organización.
Es un proceso en el que está en juego la construcción de identidades, hay rupturas de lazos simbólicos con la corona española surge con fuerza la pregunta de ¿Quiénes somos?, la independencia fue una lucha que colocó en el centro de la escena la creación de una conciencia distinta. Criollos, indígenas y mestizos forjaron una causa común, se sumaron a un proyecto de liberación multiforme, con disputas abiertas en torno a su radicalidad y dirección.
¿Qué país tenía en la cabeza San Martín? ¿En qué tipo de independencia estaba pensando? A partir de recuperar algunas claves del “Plan Continental” podemos establecer ciertas pistas, que nos indican una Argentina concebida desde un lugar revolucionario y de continentalidad, más cerca de la Patria Grande que de la monocultura europea. Romper con la colonialidad implicó concebir la independencia a partir de un pensamiento americano propio.