Hay un nombre que no se usa ni se elige en la Argentina, hace más de 3 décadas, y si bien es algo que tiene que ver con los gustos y las tradiciones, hay una regulación específica para el nombre propio.
Existe en la historia registral argentina como una curiosidad, y refleja las tendencias culturales y las precauciones legales que rodean la identidad de un individuo.
Hay un nombre que no se usa ni se elige en la Argentina, hace más de 3 décadas, y si bien es algo que tiene que ver con los gustos y las tradiciones, hay una regulación específica para el nombre propio.
De acuerdo con el Registro Nacional de las Personas (RENAPER) hace tiempo que no se bautiza una persona para que se llame Reno, que si bien es algo peculiar, tiene origen natural y poco común. Ninguna persona lo ha registrado en el país desde 1996.
Desde la primera vez que se usó en 1929 hubo sólo 8 personas que fueron bautizadas así, y hace 30 años que ya nadie lo hace, en cambio eligen los más tradicionales, bíblicos o de origen extranjero o de moda.
El nombre Reno es conocido por su origen francés, como variante de René, que a su vez viene del latín Renatus, que significa “renacido”, “nacido de nuevo”. Un nombre que alude a renovación, nueva vida, y transformación espiritual.
En la versión italiana, es el topónimo del río Reno, cuyo nombre proviene del celta Renos, o el "afluente que fluye con fuerza”. Relacionado con la idea de movimiento, energía y vitalidad..
La normativa que regula el tema del nombre y apellido de las personas en Argentina es la Ley 18.248, conocida como Ley del Nombre, y que fue sancionada el 10 de junio de 1969. Actualmente, sus disposiciones están integradas también en el Código Civil y Comercial de la Nación (CCyC), que actualiza y moderniza las reglas sobre nombre y apellido.