Un reciente estudio indica que Argentina ocupa el segundo puesto en el continente americano en cuanto al consumo de tabaco entre jóvenes de 13 a 15 años, con una incidencia del 20,2%.
Entre los principales factores, advierten sobre el retiro del país de la Organización Mundial de la Salud y la falta de políticas públicas.
Un reciente estudio indica que Argentina ocupa el segundo puesto en el continente americano en cuanto al consumo de tabaco entre jóvenes de 13 a 15 años, con una incidencia del 20,2%.
La investigación fue realizada por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la Provincia, bajo la dirección de Walter Martello, que también establece que el único país que supera a Argentina es Dominica, que supera esta cifra, con un 25,3%, según información de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El análisis, en contexto del Día Mundial sin Tabaco que se conmemora el 31 de mayo, revela que la incidencia es comparable entre chicos y chicas, y que Argentina también figura entre los cinco países con mayor consumo de tabaco en la población adulta.
El estudio alerta sobre una situación crítica: alta incidencia en adolescentes, drásticos recortes en el presupuesto y la posible retirada de Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS), factores que podrían agravar aún más el panorama de salud pública.
Martello denunció que "en solo dos años, el Estado nacional ha reducido casi por completo el financiamiento del programa de prevención del tabaquismo", y subrayó que esto ocurre "mientras las empresas tabacaleras intensifican sus estrategias de marketing dirigidas a los jóvenes".
La OPS ha señalado que la industria tabacalera promueve más de 16.000 productos aromatizados a través de campañas en redes sociales dirigidas a adolescentes. En Argentina, a pesar de la prohibición vigente, se observan iniciativas digitales como "Sin Humo Por Favor", impulsada por la empresa Massalin Particulares.
Finalmente, el informe sugiere que una eventual retirada del país de la OMS pondría en peligro el acceso a asistencia técnica, la participación en políticas de salud globales y la aplicación del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que aún no ha sido ratificado por el Congreso.