Milei retoma la iniciativa y acelera el plan de ajuste ante la debilidad de la oposición

Los focos sobre la crisis interna del peronismo no permiten ver en toda su dimensión el rotundo fracaso electoral del flamante espacio denominado Provincias Unidas, impulsado por muchos gobernadores. El estado de confusión entre los opositores de distinto signo envalentona al Gobierno para imponer su agenda más "salvaje" de flexibilización laboral y previsional.

La contundente y sorpresiva victoria que obtuvo La Libertad Avanza en las elecciones legislativas comienza a tener consecuencias en el escenario político en general pero también en la interna oficialista.

Por un lado, la renuncia de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete y de Lisandro Catalán al ministerio del Interior marcan la recuperación del poder absoluto por parte de Karina Milei. La hermana presidencial, jaqueada por las denuncias de corrupción y cuestionada a priori en su política de alianzas, fue la más fortalecida y quien, al final del domingo pasado, pudo decir que tenía razón en su estrategia. Los análisis que indican que el triunfo se debe menos a su mano que al salvataje del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent (y a las amenazas del presidente Trump) importan poco a la hora de solidificar su influencia en el gobierno.

Con una oposición debilitada, el apoyo inédito de los Estados Unidos y el respaldo de las urnas, Milei seguramente hará lo que mejor sabe hacer: acelerar. Con una oposición debilitada, el apoyo inédito de los Estados Unidos y el respaldo de las urnas, Milei seguramente hará lo que mejor sabe hacer: acelerar.

El reseteo estaba previsto y se pensaba para adentro y para afuera de la Casa Rosada. Pero, tanto en forma como en contenido, el resultado cambió su carácter. Por un lado, la esperada designación de Manuel Adorni como reemplazo de Francos les avisa a los gobernadores que las negociaciones serán más ásperas que lo que creían antes del 26 de octubre. Ya no hay necesidad de buscar gobernabilidad en ellos.

Por otro, la agenda que anuncia el gobierno está plagada de reformas de fondo. ¿Podrá y querrá una oposición que ha sido completamente pendular en los primeros dos años de gobierno, oponerse a los planes de flexibilización laboral, reforma impositiva regresiva y destrucción del sistema previsional que quiere impulsar Milei?

Como decíamos, está claro que este escenario post electoral no es el que los gobernadores esperaban. Se habla mucho por estas horas de la crisis dentro del peronismo. La atención a esta situación no es desmedida porque está claro que la principal fuerza de oposición enfrenta una fractura interna que ya no puede posponer, con su principal líder presa y culpando al dirigente más importante en actividad de la derrota en la provincia de Buenos Aires.

Cristina Kirchner Axel Kicillof

El cisma entre Cristina Kirchner y Axel Kicilloff es inocultable y, probablemente, inevitable. Y eso, tan celebrado por la derecha, marcará un camino que tendrá al peronismo en vilo en el corto y mediano plazo. Pero el peronismo tiene un 35 % de votos a nivel nacional y está a tiro de recuperar distritos cuyos habitantes van a sufrir mucho en el futuro cercano, porque la economía real no levanta.

Lo que se menciona mucho menos, y es determinante para el gobierno, es el rotundo fracaso electoral del flamante espacio denominado Provincias Unidas. Sólo uno de los seis gobernadores que lo integran ganó en su provincia y eso marca un punto de partida espantoso para una alianza que, en el fondo, planteaba hacer el ajuste de Milei pero en términos más amables. Una vez más, el electorado demuestra que no hay espacio para “la ancha avenida del medio” y sin embargo, los dirigentes insisten. Pero este error garrafal de lectura de la coyuntura electoral, también es político.

El bloque se entusiasmaba hasta hace poco con construir una alternativa a Milei hasta en el corto plazo. Algunos de sus dirigentes llegaron a hablar hasta de asamblea legislativa e imaginaban a un Juan Schiaretti en rol de estadista, conduciendo a la Argentina fuera de la crisis que vive. Eso no pasará. Schiaretti seguirá ocupando un lugar importante pero módico en el concierto político de nuestro país y los gobernadores deberán elegir entre someterse a un gobierno que no sabe de negociaciones o preservar cierta dignidad en la derrota y seguir plantando bandera. La reunión que tuvieron con el presidente esta semana hace temer más lo primero.

Así las cosas, con una oposición debilitada, el apoyo inédito de los Estados Unidos y el respaldo de las urnas, Milei seguramente hará lo que mejor sabe hacer: acelerar. El resultado político de eso está por verse. El resultado económico ya se está viendo y no genera buenos presagios.

Por un lado, en lo que va de la gestión libertaria y pese a los cambios del capítulo laboral de la “Ley Bases", se perdieron más de 200.000, con particular destrucción en el sector privado. Por otro, en septiembre, los argentinos compraron más de 6.000 millones de dólares y no parece sostenible el esquema de financiero que le permitió al gobierno ganar el 26, ni siquiera con el auxilio sostenido de la administración Trump y el FMI. Se sabe, el dólar barato gana elecciones pero destruye la economía real.