Mientras desde muchos sectores se critica la comunicación de la gestión Milei, el Gobierno celebró como un triunfo una inflación del 25,5 %, más del doble de la que recibió de la administración de Alberto Fernández. Quedará para momentos más reposados evaluar si la estrategia de magnificar la expectativa del número hablando de la posibilidad de hasta un 45 % fue saludable o perniciosa.
El relato de La libertad Avanza lo usó para mitigar el aplastante dato de alza de precios pero eso parece insuficiente para negar las condiciones materiales. Que el único precio que no sube de modo desmedido sea el salario de los trabajadores es una realidad palpable que ninguna narrativa puede ocultar. Por otro lado, subyace una pregunta inquietante. En el marco de una cultura acostumbrada a la remarcación constante “por las dudas”, en cuánto contribuyó a la indexación que el propio presidente haya dicho que el 30% de inflación sería “un numerazo”?
Mientras tanto, la semana parlamentaria estuvo marcada por el debate en el plenario de comisiones del mega proyecto que Javier Milei envió al Congreso y por una disociación importante entre lo que sucedió en la superficie y las negociaciones tras bambalinas.
En las reuniones, lo que se vio fueron enfrentamientos muchas veces estériles, mala predisposición por parte de los secretarios y ministros para contestar preguntas de la oposición y un manejo muy autoritario de la atribución de asignar el uso de la palabra por parte de José Luis Espert, insólito presidente de la Comisión de Presupuesto.
En efecto, el integrante del monobloque Avanza libertad abusó de la facultad de cortar el micrófono que tienen las autoridades de las comisiones de un modo que fue denunciado como intolerante por los diputados que fueron censurados en sus discursos o preguntas.
Experto en escándalos mediáticos y de redes sociales, a nadie escapa que el economista se planteó esa conducta como una estrategia para desviar la atención de lo que verdaderamente importa: el debate acerca de un conjunto de leyes que pueden cambiar el modo en el que conocemos a la Argentina, sobre todo en materia de derechos de sus ciudadanos y de regulaciones para evitar (mayores) inequidades.
diputados espert 4 de enero
Algunos atribuyen a esa misma intención el exabrupto del ministro del Interior, Guillermo Francos, cuando terminó su exposición de modo intempestivo. Cuando se le señaló que su excusa de que debía almorzar era poco seria, el titular de la cartera política se ofendió y se retiró. Fuentes más informadas aseguran que lo que desespera a Francos es la falta de respuestas por parte de sus superiores en el gobierno acerca de las inquietudes que gobernadores, intendentes y legisladores le plantean.
Ya ha sido muy difundido el reclamo entre los opositores más dialoguistas para que la gestión Milei genere las condiciones que les permitan acompañar las iniciativas. Quizás por esto último, y porque ve que puede lograr la media sanción en Diputados, el oficialismo comenzó a negociar algunos cambios en el mega proyecto.
Guillermo Francos Diputados
Télam
No avanzar con partes sustanciales de la reforma electoral, acotar el lapso de las facultades legislativas del Ejecutivo a sólo un año renovable con acuerdo del Congreso, abandonar la idea de privatizar YPF y el Banco Nación, no desregular la pesca y atender a los reclamos de quienes producen biocombustibles son algunas de las modificaciones que los amigables exigen y que el oficialismo está dispuesto a conceder, más allá de lo que diga en público.
La posibilidad de la aprobación en la Cámara baja si se contemplan estas y algunas otras modificaciones es alta porque sólo Unión por la Patria y la izquierda tienen una postura de oposición in totum a la Ley Ómnibus. Tanto el radicalismo como el nuevo bloque Hacemos y los diputados del PRO más cercanos a Horacio Rodríguez Larreta coinciden con el fondo de las reformas que propone Milei, más allá de haber cuestionado algunas formas.
Esa eventual victoria legislativa debería trasladarse al Senado para existir realmente y, por supuesto, dejaría afuera al DNU. Más allá de que el oficialismo quiso, de modo estrambótico, incluir su aprobación en el mega proyecto, tanto en el ámbito legislativo como en el judicial parece que sus caminos de vigencia llegarán a su fin más temprano que tarde.
Ya son varias la medidas suspensivas que la Justicia dictó para algunos de sus capítulos, como el laboral o el vinculado con la desregulación del precio de la Yerba mate. Con todo, la estrategia del Gobierno se mantiene relativamente incólume. Avanzar de modo muy rápido y profundo con las reformas que cree fundamentales antes de que el humor social por el bestial ajuste que sufren los trabajadores evapore el capital político que logró al ganar las elecciones de noviembre.