El operativo policial que convirtió a Río de Janeiro en un escenario de guerra tenía como objetivo detener a 51 integrantes de Comando Vermelho, la facción narco más antigua de Brasil y una de las mayores organizaciones criminales a nivel nacional. Lejos de desarticularla, lo que hizo fue confirmar su nivel de expansión y su poder de fuego.
Los orígenes de Comando Vermelho se remontan a la masacre cometida en septiembre de 1979 por un grupo de delincuentes detenidos en la cárcel de Ilha Grande, en el estado de Río de Janeiro, cuando asesinaron a seis presos rivales. Desde ese momento, el grupo narco creció hasta dominar la mayor parte de las zonas suburbanas de Río, y hoy tiene filiales en otros 20 estados.
Durante la última década, otros grupos criminales, como el Primeiro Comando da Capital (PCC), estuvieron creciendo en todo Brasil. Esto provocó que Comando Vermelho decidiera, aproximadamente a partir de 2022, expandirse y recuperar el terreno perdido a través de alianzas con bandas regionales más pequeñas y narcos detenidos en cárceles federales de otros estados.
Actualmente, el grupo controla la Ruta Solimões, un corredor por el que la cocaína entra a Brasil desde Colombia y Perú, y también ganó protagonismo en los envíos hacia Europa y África. Al mismo tiempo, amplió su red de proveedores de drogas y de armas. Muchos de esos líderes regionales tienen sus bases en los complejos de Penha, Alemão y Rocinha y, desde allí, dirigen las operaciones en sus respectivos estados.
Esta expansión se tradujo también en el control de territorios del Gran Río de Janeiro que antes pertenecían a otros grupos criminales. Hoy en día, Comando Vermelho controla casi todo el corredor que rodea el Bosque de Tijuca, donde funciona como una suerte de Estado paralelo, y busca extenderse a otras favelas y complejos de la zona.
Según la agencia de inteligencia brasileña ABIN, la organización trafica cocaína, pasta base y marihuana y utiliza embarcaciones semisumergibles, denominadas "narcobarcos", para trasladar la droga a través del océano Atlántico. También tiene su propia aplicación de transporte, Rotax Mobili, que busca garantizar que los conductores obedezcan las reglas de las pandillas.