Tener un auto propio o depender de un transporte público es una de las inquietudes que suelen dar vueltas por la cabeza de quienes se movilizan de manera constante para realizar sus diversas tareas. Esta decisión tiene una repercusión clave en el bolsillo. Si bien a primera vista podría parecer que manejar un auto resulta más caro, ciertos factores como los aumentos en las tarifas del transporte colectivo y las nuevas facilidades de financiamiento complican la comparación.
Las condiciones actuales modificaron por completo el análisis: el transporte urbano perdió parte de su atractivo por la quita de subsidios, mientras que acceder a un auto mediante crédito a tasa cero es una opción que vuelve a estar sobre la mesa para muchos. La ecuación ya no es tan evidente, y el ahorro depende del uso diario, el tipo de movilidad y la cantidad de kilómetros recorridos.
Hoy, más que nunca, conviene poner en números cada alternativa. Sobre la mesa deberá pesar no sólo el gasto mensual, sino también los costos ocultos y el impacto a mediano plazo que cada decisión puede generar.
Cuál es la mejor opción económica: viajar en transporte público o comprarse un auto
Para quienes se trasladan habitualmente en transporte público dentro de la Ciudad de Buenos Aires, los valores mensuales varían según el medio elegido. Un usuario que realiza entre 31 y 40 viajes mensuales en subte paga alrededor de $26.500. En colectivo, el gasto puede llegar a $25.500 mensuales si se recorren hasta 27 km por día. En el caso del tren, los 44 viajes mensuales alcanzan un promedio de $19.800, siempre dependiendo de la distancia del trayecto.
Ahora bien, si se inclina por utilizar un auto propio para recorrer aproximadamente 30 km diarios, los gastos fijos comienzan a escalar. Sólo en combustible, ese recorrido implica unos 4 litros por día, lo que suma cerca de $103.000 al mes. A esto hay que sumarle el seguro obligatorio, que ronda los $120.000 mensuales, y la patente, estimada en unos $75.000. También se debe considerar un mantenimiento promedio mensual de $33.000 por el service anual. El costo total asciende así a unos $330.000 mensuales sin contar la inversión inicial en el vehículo.
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Comprar un auto nuevo implica, además, desembolsar alrededor de $23.000.000. Si bien existen planes de financiación que permiten pagar hasta el 60% del valor en 24 cuotas sin interés, la cuota mensual sería de unos $660.000, lo que eleva aún más el presupuesto. En este punto, hay que considerar también la depreciación del valor del vehículo, algo que muchas veces se pasa por alto en el análisis.
Una opción intermedia es utilizar servicios de transporte con chofer, como taxis, remises o aplicaciones móviles. En este caso, hacer 22 traslados mensuales de 30 km cada uno tiene un costo estimado de $660.000 si se toma un valor promedio de $1.000 por kilómetro. Para quienes recorren distancias menores, de hasta 15 km diarios, el gasto puede descender a unos $360.000 por mes.
Comparando estos datos, se desprende que, para un uso intensivo de 30 km diarios, el auto propio representa un gasto de aproximadamente la mitad que el de usar taxis o apps. Pero si los trayectos son más cortos, las diferencias se reducen notablemente: el auto particular costaría unos $263.000 y el servicio con chofer, unos $360.000 mensuales. En ese caso, mantener un vehículo pierde parte de su ventaja económica.
Con estas variables en juego, la elección dependerá del perfil de cada persona, el cual incluye la cantidad de viajes, el trayecto promedio, la disponibilidad de capital y el nivel de comodidad que esté dispuesto a sacrificar o privilegiar.