A la hora de cocinar, en el día a día, se suele utilizar tanto el aceite de oliva como el vinagre de manzana, ya que son aliados habituales que no solo aportan sabor, sino que también se asocian con distintos nutrientes que son esenciales. Pese a eso, a pesar de compartir protagonismo en muchas recetas, sus propiedades nutricionales no son equivalentes.
Diversos estudios y expertos en salud compararon estos dos ingredientes para determinar cuál tiene mayor respaldo científico en términos de beneficios comprobables. El foco está puesto en su capacidad para favorecer la salud cardiovascular, regular el azúcar en sangre y ofrecer protección frente a enfermedades crónicas.
A partir de estas evidencias, se traza una diferencia clara entre ambos condimentos, revelando cuál de los dos presenta mayores ventajas sustentadas en datos concretos.
Qué hace mejor a la salud según los expertos: el aceite de oliva o el vinagre de manzana
El aceite de oliva tiene, entre sus características más importantes, una composición rica en grasas monoinsaturadas, que, según investigaciones como las de Harvard Health, ayudan a disminuir los niveles de colesterol LDL y ofrecen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Este tipo de grasa saludable representa aproximadamente el 75% del contenido del aceite de oliva y fue vinculada con un menor riesgo de enfermedades cardíacas, ciertos tipos de cáncer e incluso deterioro cognitivo.
Uno de los estudios más amplios se llevó a cabo en España, donde se siguió durante más de una década a más de 40.000 personas. Los resultados fueron contundentes: quienes consumían mayores cantidades de aceite de oliva extra virgen presentaban un 26% menos de probabilidad de fallecer por cualquier causa, y un 46% menos de morir por enfermedades cardíacas. Además, por cada 10 gramos adicionales diarios de aceite de oliva en una dieta de 2.000 calorías, se observó una reducción del 7% en la mortalidad total y del 13% en la cardiovascular.
Por otro lado, el vinagre de manzana, aunque goza de popularidad como remedio casero y se emplea con frecuencia en la cocina, aún no cuenta con la misma solidez científica. Si bien contiene ácido acético y algunas vitaminas, y podría contribuir a disminuir los niveles de glucosa tras las comidas, las investigaciones clínicas que respaldan sus beneficios siguen siendo preliminares. Según el University of Pittsburgh Medical Center, se observó que puede mejorar la respuesta a la insulina y retrasar el vaciado gástrico, pero la mayoría de estos estudios se realizaron con muestras reducidas.
Además, el uso excesivo del vinagre sin diluir podría provocar efectos negativos, como desgaste dental, irritación del esófago o agravamiento del reflujo. Por este motivo, los especialistas recomiendan limitar su consumo a una cucharada diluida en agua.