Ni hervido ni salteado: así se deben cocinar las arvejas para conservar sus nutrientes

El método ideal permite mantener el color, el sabor y casi todos los beneficios de este vegetal tan común en la mesa de los argentinos.

Las arvejas suelen ser protagonistas de guisos, sopas y hasta rellenos de tartas. Están disponibles todo el año, congeladas o enlatadas, pero nada se compara con la frescura de las recién cosechadas. Son fuente de fibra, proteínas vegetales y minerales esenciales, por eso cada vez más nutricionistas recomiendan incorporarlas de manera frecuente.

El problema aparece cuando se cocinan de forma incorrecta. Al hervirlas, gran parte de las vitaminas hidrosolubles, como la C y el ácido fólico, se filtran en el agua de cocción. Y si se pasan de fuego en un salteado, se altera su textura y se degradan antioxidantes clave. Es decir: el plato queda rico, pero pierde gran parte de lo bueno que ofrecen estas pequeñas legumbres.

La solución está en un método de preparación que suele usarse poco en la cocina hogareña argentina: el vapor. Este tipo de cocción no solo cuida los nutrientes, también realza el sabor natural de las arvejas y mantiene su característico color verde brillante. Algo que, a simple vista, ya genera más ganas de comerlas.

ARVEJAS

Cómo cocinar las arvejas al vapor

Para que el resultado sea el esperado, hay algunos pasos básicos que conviene seguir:

  • Lavar las arvejas bajo agua fría y, si vienen en vaina, retirarla.

  • Colocarlas en un colador metálico o canasto de vapor sobre una olla con agua caliente. La clave es que el agua nunca toque las arvejas.

  • Tapar bien la olla para que el vapor circule y cocinarlas entre 4 y 6 minutos. El punto justo es cuando están tiernas, pero todavía firmes y con ese verde intenso que las caracteriza.

  • Servir de inmediato. Se pueden comer solas o con un toque de limón, unas hojas de menta fresca o un chorrito de aceite de oliva.

ARVEJAS

Este tipo de cocción permite que las arvejas conserven hasta un 90% de su vitamina C y mantengan minerales como hierro, magnesio y zinc. Además, la textura crocante que logran al vapor evita el efecto “aguachento” del hervido y las hace más atractivas para sumar en ensaladas, revueltos o incluso en rellenos de empanadas.

Otro punto interesante es que la cocción al vapor reduce la sensación de pesadez que a veces generan las legumbres. Al mantener su estructura y no desarmarse, resultan más fáciles de digerir y aportan saciedad sin sentirse pesadas.

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