Preparar pizza en casa es un ritual que muchos disfrutan, ya sea con una receta heredada, siguiendo consejos de panaderos o experimentando con la masa propia. La base suele armarse con ingredientes básicos: harina, agua, sal y levadura. Pero incluso cuando todo parece estar bajo control, hay algo que marca la diferencia entre una pizza casera blanda y una que conquista por su corteza crocante.
En la búsqueda de esa textura, se suele insistir en la cantidad de agua, en el tiempo de reposo o en la harina adecuada. Y si bien todo eso influye, lo cierto es que el resultado final no depende solo de la receta. El momento clave está en cómo se hornea. La cocción es lo que define si la pizza tendrá mordida crujiente o quedará gomosa.
El desafío es mayor porque en las casas no contamos con hornos de leña a 400 grados, como en una pizzería tradicional. Aun así, hay un truco simple y accesible que permite acercarse mucho a ese resultado sin necesidad de un equipamiento profesional.
Cuál es el truco para que la pizza quede crujiente en el horno de casa
La clave está en el contacto directo con el calor. Antes de hablar de salsas, quesos o toppings, hay que mirar al horno. Panaderos y pizzaiolos coinciden en que lo mejor es precalentarlo al máximo de temperatura y, apenas unos minutos antes de colocar la pizza, dejar que la base toque el suelo del horno. Ese golpe de calor inicial hace que la masa absorba la energía necesaria para dorarse por debajo sin resecarse por arriba.
En la práctica, alcanza con poner la pizza directamente sobre la base del horno durante uno o dos minutos, y luego subirla a una rejilla para completar la cocción. De esa manera se logra un borde aireado y crocante, con un centro más elástico y jugoso. Otra variante, sugerida por cocineros, es ubicar la bandeja o piedra en el nivel más bajo posible para aprovechar el calor que se concentra en la parte inferior.
Eso sí: no todo depende del horno. Los ingredientes también influyen. El tomate, por ejemplo, conviene que sea espeso o casero bien reducido para que no largue líquido extra. Lo mismo pasa con vegetales como zucchini o champiñones, que pueden humedecer demasiado la superficie si se colocan en crudo. Una pasada rápida por la sartén ayuda a que no arruinen la textura de la base.
El queso también merece atención. La mozzarella fresca es una favorita porque funde de manera pareja, pero si se coloca en exceso, puede hacer que la masa pierda firmeza. En el caso de quienes prefieren opciones veganas, algunos quesos vegetales a base de almidones y aceites aportan buena elasticidad sin exceso de agua.
Por supuesto, no hay una única manera de llegar a la pizza perfecta. Cada cocinero casero puede ajustar el truco según su horno y su gusto personal. Lo que sí es claro es que la diferencia no está tanto en la levadura o en la harina, sino en cómo y dónde se hornea la masa.