Mantener la concentración en medio de un mundo lleno de distracciones, como el estrés, la falta de sueño y la tecnología, se ha vuelto un desafío constante. Cada vez es más difícil enfocarnos durante largos periodos, y los efectos negativos en nuestra productividad y bienestar son evidentes. Afortunadamente, la ciencia nos ofrece herramientas para revertir esta tendencia.
La doctora Mallika Marshall, profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, ha estudiado cómo ciertos cambios en nuestro estilo de vida pueden ayudarnos a mejorar nuestra capacidad de concentrarnos. Desde la actividad física hasta los hábitos de descanso, estas pequeñas modificaciones en la rutina pueden marcar una gran diferencia en cómo enfrentamos nuestras tareas diarias.
Qué recomendaciones tiene Harvard para alcanzar una mejor concentración
- Incorporar ejercicio aeróbico: Dedicar al menos 150 minutos a la semana a una actividad física aeróbica de intensidad moderada, como caminar a paso ligero, nadar o andar en bicicleta, mejora el flujo sanguíneo a la corteza prefrontal, la zona del cerebro responsable de la concentración.
- Dormir lo suficiente: Descansar entre siete y nueve horas por noche es crucial para mantener un enfoque adecuado. Es fundamental establecer una rutina de sueño consistente y consultar a un profesional de la salud si existen problemas que afecten el descanso, como la apnea del sueño o el dolor crónico.
- Seguir una dieta saludable: Optar por una dieta rica en plantas, frutas y alimentos con alto contenido en fibra, como la dieta mediterránea, favorece la salud cerebral y mejora la concentración. Evitar el exceso de azúcar es también un factor clave.
- Revisar medicamentos: Algunos medicamentos pueden afectar la capacidad de concentración. Consultar con un médico sobre posibles efectos secundarios de los fármacos que se estén tomando puede ayudar a identificar y corregir estos problemas.
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Qué hábito saludable es recomendado por Harvard para hacer después de la cena
Si el buen clima lo permite, es posible incorporar actividades que eviten el sedentarismo. Desde Harvard sostienen que las caminatas pueden ser de mucha ayuda para lograrlo. Por más simples y cotidianos que sean, estos paseos pueden ofrecer más beneficios de lo que se cree.
Diversos especialistas sugieren que caminar después de la cena es una práctica sumamente favorable. Según la revista Telva, se sugiere realizar estos paseos aproximadamente a las 8 de la noche, lo que implica que la comida debe ser ligera y servida temprano.
Además de ayudar a mejorar el estado físico, esta actividad puede resultar agradable para sentirse bien al final del día. Incluso, con solo 10 o 15 minutos es suficiente para obtener los rendimientos positivos de una caminata nocturna.
Para maximizar sus efectos, es aconsejable evitar descansar antes de concretar el recorrido, ya que según los expertos así se logra regular el aumento natural de glucosa que ocurre entre 30 y 90 minutos después de ingerir alimentos.
Asimismo, la marcha no debe ser rápida, sino hacerlo de manera relajada, preferiblemente en un entorno natural como un parque, lo cual también contribuye a una mayor sensación de frescura.
Cuáles son los beneficios de caminar después de la cena
Los beneficios de esta caminata nocturna son los siguientes:
- Regulación del azúcar en sangre: la Asociación Americana de la Diabetes afirma que caminar puede disminuir los niveles de glucosa en sangre hasta por 24 horas luego de una caminata.
- Mejora de la digestión: caminar activa el metabolismo y el sistema digestivo, lo que ayuda a prevenir la hinchazón y la acidez estomacal.
- Mejora de la circulación sanguínea y control del colesterol: un estudio del Journal of Family Medicine and Primary Care indica que caminar 10 minutos 3 veces al día puede ser beneficioso para personas con hipertensión, ya que reduce la presión arterial diastólica.
- Fomenta la conciliación del sueño: pasear cerca del atardecer regula el ritmo cardíaco, lo que facilita la producción de melatonina y mejora la calidad del sueño.
- Estimula el buen ánimo: esta actividad ayuda a producir endorfinas, lo que colabora a bajar los niveles de adrenalina y cortisol, promoviendo una sensación de calma y relajación.