Los Pumas, entre mejorías varias y un scrum en falta

Argentina se reivindicó en Twickenham tras la paliza en Durban, pero no le alcanzó para quedarse con un triunfo en su despedida del torneo: a pesar de una ofensiva con variantes y una firme defensa, Sudáfrica le marcó su mayor debilidad.

El fabuloso puente aéreo entre Santiago Carreras y Rodrigo Isgró que terminó en el try del wing mendocino fue el telón que, al menos, premió la búsqueda y la voluntad de un equipo de Los Pumas que se despidió del Rugby Championship con una actuación reivindicatoria, más allá de la caída por 29 a 27.

El seleccionado argentino tenía una deuda interna después de la paliza sufrida en Durban la semana anterior y la pagó con creces en Twickenham, con una producción que, fiel a este sano hábito que vienen exhibiendo en los últimos años, tuvo a la ambición y a la agresividad como elementos concurrentes y valiosos

El movimiento que desencadenó el primer try de Bautista Delguy (producción consagratoria en la Catedral del rugby) fue sensacional y no fue la única acción ofensiva picante de los Pumas: a veces, debieron conformarse con penales y sumar de a 3 en vez de marcar tries. Igualmente, siempre estuvieron al frente en el tanteador y así se fueron al descanso.

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Pero ya para entonces había aparecido la gran amenaza sudáfricana en el partido: ¡el scrum! Dominante el pack de camiseta verde en esa formación, prepotente y avasallante, aun formando con siete jugadores, la debilidad de los Pumas en esa instancia del juego fue causal de derrota. Irremediablemente.

Una lástima, porque todo el esfuerzo que hacía el equipo argentino por trascender y avanzar en el terreno con ganas y destrezas, se frustraba. Ante la menor imperfección, scrum para Sudáfrica, penal cometido por los argentinos y aproximación de los Springboks con aroma a try… Por momentos un desarrollo burocrático, pero tremendamente pragmático y eficaz de los campeones del mundo, sobre todo en la primera media hora del segundo período. Allí se definió el partido: siete penales otorgaron los Pumas en el scrum, un verdadero karma.

Lo ganó bien Sudáfrica, con las mismas armas genuinas que lo hicieron bicampeón del mundo. Además de su rigor físico, el scrum lo rescató siempre en momentos bravos, y por eso repitieron el título en el torneo.

Del otro lado, nítidamente los Pumas modificaron imagen y rendimiento de su última actuación. Porque a sus intenciones ofensivas, esta vez la complementaron con fiereza en el tackle (Kremer infernal) y multiplicación para pararse y defender. Buen paso adelante en ese sentido.

Y por supuesto no nos olvidamos de la joven guardia que dispuso el DT Contepomi para este partido… Ocho cambios parecían demasiado, pero está claro que el plantel está muy convencido de la idea y la aplican con orden y esmero. Una pareja de medios inexperimentados que estuvo muy a la altura (Benitez Cruz-Geronimo Prisciantelli), otra muestra de virtudes de Piccardo y Grondona, dos de los que, no siendo titulares, también se destacaron en Twickenham.

Hay equipo (y cada vez más largo), hay idea y convencimiento, hay capacidad para reaccionar y mejorar. Hay jugadores talentosos. Todo lindo, es cierto… Pero también hay debilidades en el scrum y hace rato que esa falta de garantías en una formación madre se transforma en algo más que un trastorno ocasional. Ayer, en Londres, fue determinante en la apretada derrota.

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