Jonathan Ariel Castillo fue una joven promesa de Independiente que perdió su rumbo tras frustraciones personales y adicciones que lo llevaron a vivir en la calle.
Pasó años inmerso en el consumo de drogas, sufrió múltiples caídas y llegó a estar al borde de la muerte antes de decidir internarse para recuperarse.
En la Fundación “Creer es Crear” inició un proceso de rehabilitación que transformó su vida, aprendiendo disciplina, autocuidado y el valor de la familia.
Hoy, con 38 años, está por recibirse de operador socioterapéutico y busca ayudar a otros a salir del consumo, compartiendo su historia como ejemplo de superación.
Durante su adolescencia, Jonathan Ariel Castillo parecía tener el futuro asegurado. Criado en San Francisco Solano, llegó a jugar en las inferiores de Independiente, donde se destacaba como delantero y compartía equipo con jugadores que luego triunfarían en el fútbol profesional. Sin embargo, detrás de ese sueño, su historia iba a tener lugar para una dura realidad familiar y emocional que, con el tiempo, lo empujó a perderlo todo.
Las frustraciones deportivas y una desilusión amorosa marcaron el inicio de una espiral descendente. El joven, que había brillado en torneos juveniles, vio frustrada su oportunidad de viajar a Italia por decisión de sus padres y poco después abandonó el fútbol. Esa sensación de pérdida, sumada a problemas personales, lo llevó a refugiarse en el consumo de drogas. Lo que comenzó como un escape se transformó en una adicción que lo arrastró por años.
El por entonces juvenil llegó a vivir bajo un puente, sin contacto con su familia y al borde de la muerte. Pesaba apenas 40 kilos, tenía quemaduras en el rostro y las manos, y pasaba los días consumiendo sin descanso. “Estaba destruido. Me habían perdido, no sabían si estaba vivo o muerto”, contó tiempo después. La desesperación lo llevó a tomar la decisión que cambió su vida: pedir ayuda y comenzar un tratamiento de rehabilitación.
Jonathan Ariel Castillo
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La dura historia de Jonathan Ariel Castillo
La vida de Jonathan estuvo marcada por las adversidades desde chico. Creció en un barrio vulnerable, con inundaciones constantes y un entorno donde la violencia y el consumo eran parte de su día a día. Aun así, su familia siempre priorizó la educación y el deporte. Su padre insistía en mantener a sus hijos alejados de la calle. “A los cinco años ya jugaba al fútbol con chicos más grandes”, recuerda.
El talento lo llevó a vestir la camiseta de Independiente a los nueve años y a destacarse en torneos juveniles. En un Mundialito de Clubes en Córdoba, fue goleador y figura bajo la dirección de Ricardo Bochini. Sin embargo, luego de una frustrada transferencia a Sampdoria y una historia personal que lo golpeó emocionalmente, su vida dio un giro. Dejó la escuela, abandonó el deporte y comenzó a vincularse con personas que lo introdujeron en el consumo.
Las drogas y la delincuencia lo llevaron a prisión en dos ocasiones. Su salud se deterioró al punto de necesitar cirugías de emergencia y quedar al borde del colapso físico. “Consumía 24 horas por día. Llegué a manejar un búnker y a vivir entre narcos. No sabía cómo parar”, relata. Alejado de su familia y sus hijos, vivió meses en la calle, hasta que una conversación con su padre lo impulsó a buscar ayuda en Sedronar.
En 2023 ingresó a la Fundación “Creer es Crear”, donde inició un proceso de recuperación que cambió su vida por completo. Durante más de seis meses participó en talleres, terapias y trabajos comunitarios que lo ayudaron a reconstruir su autoestima y su vínculo con su entorno. “Si el tratamiento no duele, no sirve. Ahí aprendí a valorar todo: un plato de comida, una ducha, una cama limpia”, reflexiona.
Hoy, Jonathan vive con sus padres, retomó sus estudios secundarios y está por recibirse como operador socioterapéutico. Su objetivo es acompañar a otras personas en procesos similares. “Quiero llevar mi experiencia a los colegios y ayudar a los jóvenes antes de que caigan en lo mismo”, afirma.