En 2022, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) celebró el éxito de una misión que buscó probar si un asteroide podía ser desviado mediante una colisión controlada. El proyecto, llamado DART, logró alterar la órbita de Dimorphos, una pequeña roca espacial que gira alrededor de otro asteroide mayor.
Para sorpresa de la agencia espacial estadounidense, estudios recientes advierten que el impacto no solo cumplió su objetivo inicial, sino que también generó efectos inesperados. Ahora, la comunidad científica debate si esa maniobra podría representar una amenaza a futuro.
El análisis más reciente plantea que el choque provocó la liberación de una cantidad importante de fragmentos, algunos de gran tamaño y con trayectorias definidas. Estas nuevas variables no habían sido contempladas en las simulaciones previas y podrían dificultar el diseño de futuras estrategias de defensa planetaria. Aunque el hito marcó un avance en la ingeniería espacial, también dejó en claro lo complejo que puede ser intervenir sobre cuerpos celestes.
Qué problema puede surgir para la NASA por el asteroide que desvió en 2022
La misión DART fue lanzada con el objetivo de demostrar si una nave podía desviar un asteroide golpeándolo directamente. La sonda apuntó a Dimorphos, un cuerpo de 170 metros de diámetro que orbitaba a Didymos, su asteroide principal. Luego del impacto, se confirmó que la órbita del asteroide menor se había acortado en 32 minutos, lo que fue considerado un éxito sin precedentes. Pese a eso, los científicos ahora aseguran que el resultado fue mucho más complejo de lo estimado inicialmente.
Investigadores liderados por el astrónomo Tony Farnham, de la Universidad de Maryland, detectaron que el choque provocó una eyección violenta de fragmentos desde la superficie del asteroide. Según el estudio publicado en The Planetary Science Journal, al menos 30 rocas de gran tamaño fueron expulsadas a velocidades superiores a 50 metros por segundo. Esta dispersión no fue aleatoria, ya que los fragmentos se proyectaron en direcciones específicas, aumentando considerablemente el impulso generado por la colisión. Como consecuencia, la trayectoria orbital de Dimorphos podría haberse desviado aún más de lo previsto.
Otro dato importante es que parte del material desprendido podría haber sido originado por el contacto de los paneles solares de DART con dos grandes rocas bautizadas como Atabaque y Bodhran. Se cree que la primera fue responsable de hasta el 70% del material expulsado, lo cual deja en claro cuán determinante puede ser la interacción con estructuras locales del asteroide. Esta falta de control sobre los efectos secundarios genera incertidumbre entre los especialistas.
Para conocer mejor el impacto total, la Agencia Espacial Europea lanzará en 2026 la misión Hera, que viajará al sistema Didymos-Dimorphos. El objetivo será estudiar en el lugar cómo evolucionó el entorno tras el choque y qué peligros podrían derivarse de los escombros generados. La preocupación principal es que un error de cálculo en futuras misiones pueda desviar un asteroide hacia la Tierra, en lugar de alejarlo. Por eso, comprender todas las variables físicas involucradas en este tipo de operaciones se vuelve fundamental antes de replicarlas como método de defensa planetaria real.