La Plaza Islas Malvinas, en pleno centro de Ushuaia, vive horas convulsionadas y es el epicentro de historias heroicas, como la de Ricardo Pereyra, uno de los excombatientes que se quedó hasta el final en las islas.
"Nuestra misión era repeler al enemigo, pero también proteger a nuestra tropa. Nosotros tirábamos sobre nuestra propia tropa y ,cuando parecía que todo se había terminado, tuvimos el pedido de fuego para que se puedan replegar", cuenta Pereyra, quien pertenecía al Grupo de Artillería Aerotransportado 4.
También estuvo detenido en un Canberra, el avión que los trajo de vuelta a Puerto Madryn. "El británico tiene historia guerrera y sabía que esto se iba a repetir. Hay códigos al final", relata sobre los tratos recibidos en esas circunstancias. No solo les daban de comer, sino que también le guardaron cartas con su novia de aquel momento y un elefante de decoración. "Ellos eran soldados profesionales que peleaban por la guita. Nosotros, por la patria", subraya.
Pereyra cuenta que volvió a Malvinas y también fue a Londres. "Pensé que iba a cerrar un capítulo, pero te diría que terminé escribiendo una enciclopedia", cierra.