El Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA trabajan para generar la construcción de órganos bioartificiales con el objetivo de disminuir la problemática de la escasez de donantes y pruebas medicinales.
Los llamados órganos bioartificiales son matrices generadas con células humanas que sirven tanto para reducir el rechazo en los trasplantes, así como para ser utilizados como plataformas de pruebas personalizadas de medicamentos y tratamientos.
Según el INCUCAI, 7017 personas están esperando un trasplante de órgano para salvar su vida en Argentina, y apenas se han donado 798 órganos en los últimos 12 meses.
"La problemática del trasplante de órganos tiene dos aristas. La principal es la escasez de donantes, seguido de cerca por la necesidad de evitar que el órgano trasplantado sea rechazado", explicó el fisiólogo e inmunólogo, Eduardo Chuluyan, docente e investigador del Conicet.
Para que un órgano no sea rechazado, hay que reducir el trabajo protector del sistema inmunológico mediante la utilización de drogas inmunosupresoras.
"La inmunosupresión lleva a un aumento de infecciones, razón por la cual la mayoría de los trasplantados suelen tener procesos infecciosos reduciendo la sobrevida del injerto y del paciente", contó el experto.
"La técnica que nosotros realizamos en el laboratorio es, básicamente, tomar el riñón de un animal y sacarle todas las células. Lo que queda es una especie de hormigón, la idea es reconstruir ese hormigón con otras células", agregó Chuluyan.
Si bien el tratamiento inmunosupresor de los trasplantados mejoró mucho para que no exista un rechazo en el corto plazo, no lo hizo en el largo plazo.
"Nos dimos cuenta tras muchos experimentos, que para conseguir que todo el órgano se volviese a completar de células, se necesitaba de una cantidad tan alta que era casi imposible y extremadamente costoso", subrayó el investigador.
En ese sentido, luego de ocho años de investigación, el equipo dirigido por Chuluyan, logró el año pasado que un riñón bioartificial, acondicionado en la mesada de su laboratorio, fuera trasplantado y funcionara in vivo produciendo orina, en tres animales diferentes.
"Pudimos probar que se podía generar un órgano acondicionado para que produzca menos rechazo en animales de laboratorio. Pasar a humanos genera diferentes problemas, desde la disponibilidad de material, a los éticos", planteó el científico.
Actualmente están trabajando en aplicar todo ese conocimiento a órganos bioartificiales que puedan ser utilizados como plataformas de pruebas de drogas y tratamientos personalizados destinados a seres humanos.