Pero la Policía no le creyó y la justicia decidió dejar una consigna en la puerta del edificio. Ya entrada la mañana, personal de investigaciones de la división búsqueda de personas de la policía de la ciudad, volvió al departamento de García Gómez. Otra vez le preguntaron si tenía conocimiento de donde pudiera estar Lourdes, pero recibieron la misma respuesta y hasta les impediría hacer una inspección ocular de la vivienda. “No tienen una orden de allanamiento“, le dijo el propietario.
Pero los vecinos y trabajadores del edificio comenzarían a hablar. Fue el encargado quien aportó el indicio más contundente respecto de la presencia de Lourdes en el departamento del tercer piso. Es que fue terminante cuando le dijo a los oficiales que no tenía dudas de qué Lourdes estuviera en el departamento de García Gómez.
Los vecinos, además, relataron que horas antes a la llegada de la policía habían escuchado a García Gómez hablando por teléfono, comunicando a alguien que en su departamento estaba Lourdes con anginas.
Con todos esos datos relevados, los oficiales volvieron a tocar la puerta del ahora detenido. Otra vez le pidieron que los deje entrar y esta vez la pareja de Lourdes accedió, pero con restricciones. No les permitiría que ingresen a ciertos ambientes y espacios de su departamento.
En esa inspección ocular precaria, no encontraban a Lourdes, pero la policía desconfió aún más de García Gómez, razón por la cual, informaron a la fiscalía que inmediatamente solicitó una orden de allanamiento al Juez.
Mientras tanto, la noticia de su desaparición ganaba espacio en la agenda mediática al tiempo que su teléfono no dejaba de sonar, hasta que, tal vez sin quererlo, Lourdes atendió el llamado de un periodista de espectáculos. Entre silencios se la pudo escuchar desorientada y sorprendida intentando cortar la llamada. La preocupación crecía.
Cerca de las 10 de la mañana llegaría la prueba de vida y todo se volvería más turbio. Es que la propia Lourdes subió a sus redes sociales un mensaje en el cual se mostraba sorprendida por la noticia de su desaparición, buscaba generar tranquilidad y a la vez manifestaba que nada le había sucedido.
“Me acabo de levantar, me cagan a llamadas, estoy con gripe desde el lunes. No puedo creerlo, esto es terrible, no chicos no… les informaron muy mal y me voy a encargar de saber quién es“. su estado en ese video encendió todas las alarmas y una de sus amigas se sumó a la denuncia.
Fue Lissa Vera, también integrante de Bandana, la que se presentó en la justicia porteña para sumar su testimonio respecto de los padecimientos que advirtió tenían a Lourdes en una especie de cárcel instrumentada por su pareja.
“Prefiero una amiga enojada y viva, a una amiga contenta y muerta”, dijo al enfrentarse las cámaras, admitiendo que Lourdes no estaría de acuerdo con que se denuncie a Leandro García Gómez.
Lissa Vera Lourdes Fernández
Mientras tanto, la policía seguía buscándola. Llegaron hasta un domicilio en Hurlingham, también se entrevistaron con su entorno familiar y sentimental más cercano, hasta que cerca de las cinco de la tarde pudieron contactarse por vía telefónica con la cantante.
En esa videollamada que, según Lourdes, buscó llevar algo de tranquilidad, dijo que estaba en zona oeste, que prefería no dar su ubicación pero lo más preocupante fue que se la vio tal como su madre describía en la denuncia: con algunas dificultades para hablar y un tanto ida y balbuceante.
Apenas algunas horas después la encontraron. Cerca de las siete de la tarde y luego de que se otorgara la orden de allanamiento pedida por el fiscal al menos 10 horas antes, la policía ingresó a la vivienda. Allí estaba Lourdes, dopada, semiconsciente y aparentemente sola.
Es que García Gómez no estaba en el departamento cuando ingresaron por la fuerza de los oficiales. O al menos eso creían y fue así, que mientras pedían la orden para su captura, lo encontraron escondido en un placard.
Mientras tanto, Lourdes era trasladada al hospital Fernández por personal del Same. Las primeras imágenes la mostraron con algunas dificultades para caminar y moverse por sus propios medios.
En el hospital le estabilizaron, chequearon posibles lesiones y le tomaron muestras de sangre para saber si había consumido algún tipo de estupefaciente. Los resultados fueron contundentes: no registraron signos de violencia en su cuerpo y el laboratorio arrojó resultado negativo para alcohol y drogas ilícitas.
Si encontraron en su organismo rastros de benzodiazepina, un medicamento de venta bajo receta que actúa como depresor del sistema nervioso y se utiliza para trastornos del sueño y ansiedad, entre otros. Lourdes admitió haberlo consumido.
Ya con su pareja alojado en la alcaidía de la policía de la ciudad en el barrio de Pompeya, fue dada de alta y se retiró del hospital de madrugada y acompañada por una amiga. Estando internada, no quiso ver a su madre.
García Gómez fue indagado por el delito de privación ilegítima de la libertad cuya pena en expectativa va de los 6 meses hasta los 25 años en los casos más graves.
Durante la tarde noche del viernes declaró y negó haber secuestrado a Lourdes sin explicar de forma concluyente porque mintió reiteradas veces a la policía mientras la buscaba. Dijo que estaban juntos porque ella no quería saber nada de su madre, que solo él se drogó y que no le hizo nada, tras lo cual se negó a responder preguntas.
La justicia intenta citar a Lourdes como testigo, pero no atiende el teléfono ni responde a los llamados que se le hacen insistentemente desde la oficina de violencia doméstica.
Creen que se debe a que la víctima, en este caso, había manifestado, tanto a su familia como a su entorno, que no había ningún problema en su relación sentimental con Gómez García.
El caso del Lourdes Fernández, abre una serie de interrogantes, respecto de la capacidad de acción del Estado, en torno a una mujer que a partir de un vínculo sentimental puede estar siendo víctima de un delito que pudiera atentar contra su integridad física.
Es que la violencia de género es un delito de acción pública con instancia privada. Es decir, la justicia no puede investigar de oficio y la acción penal se impulsa sólo a partir de la denuncia y ratificación de la víctima, salvo casos excepcionales.
Distinto es el delito de privación ilegítima de la libertad, que si constituye un delito de acción pública, en el cual el Estado puede intervenir de oficio más allá de que en este caso, la madre del Lourdes había radicado la denuncia.
La causa por la desaparición de Lourdes ahora investiga su presunto secuestro y más allá del indagatoria del imputado, será importante el testimonio de la cantante: ¿declarará a favor o en contra de su pareja?
Una causa que recién empieza y deja a la vista el padecimiento de miles de mujeres que muchas veces son encontradas muertas.