Con solo 22 años Florencia Alvarez se convirtió, gracias a su voz prodigiosa, en una de las caras de la escena tropical en Argentina. Una historia de vida que refleja la resiliencia y la realidad económica de millones de jóvenes se posicionó como la fuente de inspiración de muchísimas mujeres que quieren sobreponerse a situaciones difíciles y siguen a la artista en todas su redes sociales. "Terminé saliendo adelante gracias al trabajo, le empezaron a ir bien a los videos, grabé canciones con Fer Vázquez, Rusherking, BM y varios más artistas más. Muchos de ellos se acercaban y me decían que yo les transmitía dulzura y sencillez, algo que quizás no encontraban en otros", recordó.
La cantante vivió situaciones traumáticas desde pequeña: "Mi historia empieza de chica. Entré a un hogar a los tres años junto a mis cuatro hermanos de sangre. A los siete años nos adoptaron a todos juntos y a los 14 decidí volver al hogar porque había mucha violencia en esa familia tanto física como psicológica. Una de mis hermanas terminó internada en un hospital psiquiátrico, la más grande se fue con una amiga a hacer su vida y con el más chico perdí el vínculo porque él decidió quedarse con esa familia adoptiva", lamentó.
Entonces "decidí hacer mi vida sola y salir de ese caos, quería empezar de cero. Cuando volví al hogar a los 14 me encuentro que no era igual al que yo conocía de niña. Acá habían adolescentes y 20 chicas con muchos problemas, muchas historias y traumas. Todas venían de transitar historias muy duras de maltrato, violencia doméstica, abuso, entre otras cosas".
FLOR ALVAREZ en EXCLUSIVA con C5N
"Había muchas que se levantaban tristes, que no querían vivir más y para mí ese ambiente era muy duro. No podía permitirme contagiarme de eso, ya había estado muy mal y había intentado terminar con mi vida", agregó.
Acto seguido decidió irse a vivir a la calle, donde conocíó a unos chicos que estaban en esa situación. "Me cuidaron como una hermana. Empecé a dormir en un auto abandonado y conseguí trabajo en una panchería que era de una pareja que fue muy generosa conmigo. En la calle, quieras o no, la droga y la delincuencia están a la vuelta de la esquina. Y yo jamás robé, pero sí consumí", confesó.
"El tema era que me pasó todo: me abandonaron una no, dos veces, me salía todo mal, sufrí tres abusos sexuales y yo no le faltaba el respeto a nadie. Me preguntaba: '¿Por qué me pasa todo esto a mí?'. Estaba saturada, me quería perder en las drogas. Gracias a Dios tuve a esta gente que me supo acompañar y aconsejar para alejarme de eso", afirmó Alvarez sen diálogo con C5N.
Pero su suerte comenzó a cambiar gracias a un cliente. "Trabajando en la panchería conocí a una persona que cantaba en el subte, 'el Turco' le decían. Era cliente, venía y comía pancho con mayonesa, salsa golf y papitas. Esta era una persona a la que no le podía entrar, no encontraba la manera porque el tipo estaba siempre serio esperando su pedido. Un día le pedí que se toque una zamba y me preguntó si cantaba, le dije que no, pero mis compañeros me alentaron. Cuando me escuchó me ofreció ir al subte y él me apadrinaría. Caí y el Turco era re conocido en todos los transportes públicos".
Pese a que todavía faltaba mucho para el gran salto, comenzó a notar que el rumbo cambiaba. "Pasé de ganar $3.000 en 8 horas a ganar $12.000, $20.000 y hasta $30.000 en una sola hora, pero lo que me costó fue perder la timidez. Me daba mucha vergüenza cantar en el subte y no sabía para dónde mirar, entonces me enfocaba en el cartel que marca las próximas estaciones. Cuando empecé estaba quieta y la gente no sabía si era una random que se había subido a cantar y ya o estaba trabajando. Después de un tiempo empecé a agarrarle la mano y hasta a pasar mi cuenta de Instagram. En ese momento me descubrió Alan, mi actual manager, y empezamos a grabar videos, me dio un celular, me motivó".
De todos modos, la vida volvió a darle un revés que casi le hace perder la esperanza para siempre: "Con la plata que gané cantando en el subte me pude alquilar un local que usé de departamento. Un día, un compañero del barrio que también trabajaba vendiendo panchos me dijo que no tenía dónde dormir. Como yo sabía lo que era estar en esa situación, lo invité a mi casita una noche o dos noches. Cuando me levanté a las dos horas no tenía más mi celular y no tenía la plata del alquiler. Lo que pensé en ese momento fue: 'La vida me odia'. Llamé a mi manager desesperada para contarle todo y él me dijo: 'Tranquila, no te rindas. Vamos a buscar una solución y va a salir todo bien'".
Pero tantos momentos complicados también le dejaron una experiencia: "Aprendí a estabilizar mis emociones porque si yo no puedo estar bien, no puedo ayudar a nadie. El hecho de salir a la calle y ser reconocido para mí nunca fue algo feo, de hecho fue una bendición. Me gustaría ser referente de las chicas de hogares que creen que no van a salir adelante o mujeres de bajos recursos. Yo tenía un parlante roto y una tarjetita de memoria y con eso 'dale que va', así que está bueno poder dar el mensaje para que las personas sigan sus sueños. Soy consciente de que no fue solo suerte, fue trabajo".
La vida de Flor Álvarez es digna de una serie o una película. Más allá de todos los golpes que recibió, su éxito demuestra que, si hay ganas, siempre se puede salir adelante. "Esta profesión me dio muchas cosas: me dio viajes, conocí lugares que jamás me imaginé, vi nieve por primera vez... sueño con llenar algún estadio aunque no lo veo muy cerca (risas). Voy dos veces por semana al estudio a grabar, hago cuatro temas por sesión, trabajo duro. Sueño con tener a mi familia cerca, llevarlos a conocer lugares nuevos y poder darles gustos", concluyó.