El gobierno recibió el contundente apoyo de la administración Trump con alivio pero también con la convicción de que les da nueva vida de cara a las elecciones del 26 de octubre. Por eso el viernes, en una reunión presidida por la cuestionada Karina Milei se decidió una agenda de campaña en la que su hermano, el presidente, recorrerá ocho provincias y realizará actos día por medio.
El tuit del secretario del Tesoro del lunes antes de que abrieran los mercados quebró una tendencia que auguraba un futuro funesto y que la Casa Rosada no atinaba a revertir. Es que la crisis, que aún enfrenta el gobierno, tiene varios frentes. Lo que materializó la derrota en la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre es un monstruo de varias cabezas que los libertarios fueron alimentado por casi veinte meses.
La destrucción de la economía real, las promesas incumplidas con gobernadores dialoguistas, el maltrato a legisladores que colaboraron, el despilfarro en materia de divisas, la improvisación en las políticas públicas y la tan mentada crueldad al hacer cargar con la peor parte del plan motosierra a los sectores más vulnerables parecen comenzar a tener una respuesta.
Lo hemos dicho aquí, la pretensión mágica del propio Javier Milei de que podría realizar “el ajuste más grande de la historia de la humanidad” sin conflicto social era falsa. Casi una fantasía adolescente. Pero lo que puso al gobierno contra las cuerdas fue el sector financiero. En palabras de la ex presidenta Cristina Kirchner, “este plan no cierra ni con la gente afuera”. Algo de eso hizo eclosión la semana pasada, con aumento del riesgo país, presión alcista del dólar y caída de los bonos argentinos.
En todos los experimentos neoliberales que ha sufrido la Argentina, el final siempre es el mismo. Son los beneficiarios los que terminan asustándose por las consecuencias de lo mismo que los enriqueció -mientras empobrecía a las mayorías- y “tiran del mantel” generando un descalabro financiero que hace tambalear a los gobiernos.
No son pocos los que homologan los presuntos planes de estabilización de la derecha moderna con estafas piramidales en las que el último que sale puede perder todo. Por eso, con el tuit de Bessent y la reunión con Trump, Milei y Caputo ganaron aire. Pero claro, con eso no alcanzaba porque la promesa norteamericana es sólo un gesto y un anuncio pero no un desembolso concreto.
Por eso el gobierno anunció la quita de retenciones que benefició a las cerealeras y le dio la inyección de dólares al mercado para llegar la 26 de octubre con menos sobresaltos financieros de los que se pensaba. Pero, claro los demás problemas siguen allí, sin resolución, y algunos se han agravado. La furia de los productores agropecuarios que vieron justamente como una estafa el hecho de que Caputo y cia. abrieran una ventana de oportunidad que sólo las grandes multinacionales exportadoras aprovecharon no parece fácil de aplacar, en un sector fuerte y con gran inserción social en el interior.
La señal al resto de la sociedad de que se regalaron mil quinientos millones de dólares al sector más concentrado de la Economía sólo para llegar competitivos a las elecciones quizás también tenga impacto en las urnas.
Es verdad que si el plan del gobierno era llegar a la contienda, lo ha conseguido. Cuán pírrico es ese logro, lo veremos el 26 de octubre. Por estas horas, los libertarios sólo tienen asegurado triunfos en CABA y Mendoza.
Con todo, el apoyo de Trump y sus colaboradores también ha colaborado a la gobernabilidad. De hecho, condenó al silencio al bloque político más novedoso de los últimos meses: Provincias Unidas. El bloque de gobernadores, patrocinado en las sombras por Mauricio Macri, se proponía como una alternativa de poder inmediata y hasta algunos de sus integrantes se atrevían a hablar en privado de una eventual asamblea legislativa. Hoy, quedó sin discurso.
El peronismo, artífice del triunfo bonaerense, se ha mantenido inusualmente calmo mientras el gobierno se equivocaba y su reacción luego del apoyo de Trump es la esperable. La denuncia del carácter neocolonial del apoyo de los republicanos y el peligro que entraña se impone a cualquier fuerza que tenga algún interés nacional.
En estos días ha sido muy mencionado el salvataje del tesoro norteamericano a México en 1995 y las condiciones que se le impusieron pero se ha mencionado menos la era que inauguró para ese país. En cuánto influyó el ajuste impuesto en la violencia que sobrevendría en las siguientes décadas es algo para seguir de cerca.
Se sabe, el retiro del Estado da paso a males mayores, contrariamente a lo que predican los libertarios. Se vio en México, donde los muertos por la violencia generada por el tráfico de estupefacientes sin control se cuentan en cientos de miles, y se viene viendo de modo larvario en una Argentina que hoy asiste impactada al narcofemicidio de tres adolescentes.
Quizás la comparación parezca exagerada hoy, pero los procesos de disolución nacional llevan décadas. La frase más vieja y repetida en tierra azteca comienza a repercutir en estas pampas: “tan cerca de Estados Unidos, tan lejos de Dios.”