Este lunes comienza el período de sesiones extraordinarias en el Congreso, uno de los lugares donde Javier Milei y sus colaboradores demostraron que la supuesta debilidad de origen no era tan importante si se tenía un buen diagnóstico de los legisladores y las fuerzas que estaban dispuestos a colaborar con el oficialismo. Los operadores libertarios y sus socios del PRO acertaron durante todo el año no sólo en los personajes, sino, evidentemente, en qué pedían a cambio.
Por eso, se llega a las sesiones que inauguran un año electoral con una sensación de fortaleza cada vez más marcada que viene de los últimos meses del año pasado y de las primeras semanas de 2025.
Es que el período ordinario 2024 mostró la labilidad de ciertos diputados y senadores que no dudaron en cambiar posiciones cuando hizo falta. Sucedió con varios en la Cámara alta -Edgardo Kueider no fue el único caso-, pero también en Diputados, donde la situación de los “radicales con peluca” fue la gota que rebalsó el vaso y terminó rompiendo al bloque de la UCR.
En este contexto, nada parece más significativo que el caso de un par de importantísimos legisladores de la provincia de Córdoba. Por un lado, el propio Rodrigo de Loredo: el titular de Diputados radicales fue señalado desde el inicio como colaboracionista por quienes terminaron rompiendo el bloque y, a pesar de que él no prestó su ayuda explícita para sostener los vetos presidenciales a la fórmula de movilidad jubilatoria y el presupuesto universitario, está claro que fue el gran patrocinador. Liberado de sus obligaciones con los radicales más apegados a la tradición partidaria, todo indica que De Loredo profundizará su seguidismo mileísta.
El otro es Luis Juez, quien hace 10 días anunció que abandonaba la presidencia del bloque de senadores del PRO y que desea ser candidato por LLA en Córdoba. Juez, acostumbrado a dar saltos de fuerza en fuerza para preservar su carrera -casi una pyme de la política- es un buen termómetro para entender qué ve la dirigencia que está pasando con la representación de derecha en la Argentina.
Lo que se ve es que la representación comienza a ser monopolizada por Javier Milei y que Mauricio Macri pierde poder minuto a minuto. El anuncio del pase a “Las fuerzas del cielo” de dos intendentes que integraron Cambiemos refuerza esta tendencia. La Libertad Avanza entra en el año de las elecciones de medio término ganando diputados, senadores e intendentes sin necesidad de someterse a una votación. De Loredo y Juez quizás hasta compitan para que se decida quién será el candidato a gobernador libertario de su provincia en 2027.
Otro tanto puede pasar en la provincia de Buenos Aires con Diego Valenzuela y Diego Santilli, si este último termina plasmando su salida del PRO, algo que ya se vive como dado entre los amarillos. De hecho, si el intendente de Mar del Plata, Guilllermo Montenegro no anunció aún su pase al oficialismo nacional es porque no ve que pueda prevalecer en su voluntad de ser el candidato a gobernador bonaerense ante tanto competidor de peso.
En este contexto es en el que a partir de mañana se discutirán en el Congreso los temas que exige el Ejecutivo y, más allá de las fortalezas descritas, implica un riesgo. Por un lado, aunque sea desde lo declamativo, tanto el bloque de Unión por la Patria como el menguante grupo de legisladores del PRO que responden a Macri consideran que no debe discutirse nada si no se trata la Ley de Presupuesto. Por otro, los proyectos en los que busca avanzar LLA conllevan controversias cruzadas o situaciones de suma cero que hacen difícil prever su suerte en ambas cámaras.
El proyecto de Ficha Limpia es un buen ejemplo. Los libertarios no acompañaron lo presentado por Silvia Lospenatto por considerar que era inaceptable el carácter proscriptivo contra Cristina Kirchner. Pagaron un alto costo en la opinión pública por eso y presentan ahora una iniciativa que parece aún más dirigida a dejar afuera de una contienda electoral sólo a Cristina. Es probable que tengan los votos en Diputados, pero el escenario es más difícil en el Senado. Y, sobre todo, implicaría quizás que el peronismo no brinde su apoyo a la suspensión de las PASO o al pliego de Ariel Lijo, dos propuestas que ya tenían su anuencia.
Si esta es una estrategia para exponer a Unión por la Patria y dejarla del lado de la casta o es un juego de pinzas para negociar con unos y otros para conseguir consensos cruzados, todavía no está claro. Lo que no sería una buena receta es subestimar el poder de anticipar escenarios de los operadores políticos del oficialismo.