Unión por la Patria, el nuevo sello político del oficialismo, se inició del mismo modo en el que se desenvolvió el Frente de Todos en buena parte del período de gobierno de Alberto Fernández y eso no es una buena noticia, aunque sea la más lógica.
Unión por la Patria, el nuevo sello político del oficialismo, se inició del mismo modo en el que se desenvolvió el Frente de Todos en buena parte del período de gobierno de Alberto Fernández y eso no es una buena noticia, aunque sea la más lógica.
En efecto, el cierre de alianzas continuó la lógica de desarticulación política que ha aquejado a la coalición de gobierno durante estos años. Si en el período de cierres la historia marca que las tensiones se instalan al máximo, la novedad de este tiempo -tanto en el oficialismo como en la oposición- es que esas tensiones se ventean a los ojos de una sociedad a la que, parafraseando a Sergio Massa, tampoco le entra “un quilombo más”.
La carta del PJ bonaerense acusando a Daniel Scioli y Alberto Fernández de amenazar con recurrir a lo que el kirchnerismo considera es el “partido judicial” tuvo varios objetivos y fue menos impulsiva de lo que pareció en el momento en que se publicó.
Por un lado, identificar claramente a un sector con dos nombres propios y unirlos entre ellos. Los esfuerzos de Scioli por mostrar que no es el candidato del presidente de la Nación tienen lógica y hasta algún asidero pero está claro que no perforan la valoración histórica que el sector más cercano a Cristina Kirchner ha tenido de él. Para ser más claros, Cristina ha tolerado a Scioli como vicepresidente, como gobernador y como candidato a Senador pero nunca lo ha estimado políticamente.
El embajador en Brasil intentó en muchas oportunidades acercar posiciones pero nunca lo logró. Está claro que en esta instancia tampoco lo hará pero mostrarse ante el electorado como un precandidato opuesto a la vicepresidenta no parece deparar un futuro muy promisorio.
En ese sentido, la carta del PJ bonaerense fue refrendada por la mención que Cristina Kirchner hizo en Río Gallegos a la amenaza de judicialización y forma parte del último intento del sector mayoritario de la coalición para convencer a Scioli, Anibal y Alberto Fernández y otros que deben bajarse de la idea de una PASO. El intento de reglamentar un piso del 40 % y la obligación de tener representantes en todos los rubros en cada lista buscaba la rendición del sciolismo. La virulencia del comunicado tiene que ver con no haberla logrado aún.
Por estas horas las reuniones y los llamados se multiplican y evitar las PASO sigue siendo una búsqueda. La elección del candidato también está asociada a eso. Por eso quizás se cambia el anuncio de las definiciones que, se pensaba, podía ser el martes.
Todo indica que habrá que esperar un poco más para saber si Wado de Pedro, Sergio Massa o Axel Kicilloff serán los representantes del kirchnerismo, el Frente Renovador, los gobernadores y las centrales sindicales. Por eso el acto de inauguración del gasoducto Néstor Kirchner se hará el 9 de julio con este conflicto (al menos éste) resuelto.
La especulación de que una posible candidatura de Massa evitaría la primaria perdió fuerza pero la idea de Axel como hombre de síntesis es más mencionada. El gobernador de la provincia de Buenos Aires mantiene toda la intención de voto a Cristina Kirchner, tiene alto nivel de conocimiento y, para algunos, podría ser el único que convenza a los díscolos de no cejar en su búsqueda.
Las dudas de algunos intendentes podrían quedar matizadas por el hecho de que evitarían una PASO en su territorio que, con estas reglas, sería imposible de eludir. Se sabe, Kicilloff prefiere buscar su reelección y no lo tienta arriesgar en una elección presidencial en la qué hay muchas chances de que pierda. El hecho de que tampoco parezca tan fácil mantener la provincia con una mala elección nacional ha sido invocado en los últimos tiempos y ha llevado al gobernador hasta a plantear la idea de un desdoblamiento. Eso hoy parece lejano pero ni las tensiones ni la incertidumbre bajarán hasta que no haya algunas definiciones. Y ni siquiera así hay certezas de que la campaña se pueda encarrilar para una coalición fallida en tanto tal, que siempre tuvo muchos problemas para encarrilar sus diferencias.
En efecto, por estas horas el cruce por el reglamento continúa en la provincia de Buenos Aires a través de las redes sociales. “Las reglas no son capricho de nadie” se lee en el duro hilo de Twitter publicado hace unas horas que va dirigido a los mismos: Scioli y Alberto Fernández.
La estrategia tiene doble finalidad. La primera ya fue mencionada y es dejar pegado al motonauta con el presidente, algo que claramente lo perjudica a ojos del kirchnerismo. La otra es gambetear un problema de origen de la posición crítica frente al gobierno de Alberto.
La amenaza de judicialización sirvió para catalizar todas las invectivas contra esa posibilidad que es considerada como una traición, pero también contra la propia gestión y -en definitiva- con la tozudez de intentar compartir electoralmente.