Brasil, con su vasto litoral, alberga destinos célebres como Florianópolis o Salvador. Sin embargo, entre los más de 7.000 kilómetros de costa, existen rincones menos transitados que sorprenden incluso a los propios brasileños. Uno de ellos se encuentra en el Estado de Río de Janeiro, lejos del bullicio urbano, inmerso en una geografía que combina selva atlántica, aguas turquesas y una biodiversidad vibrante.
Este enclave marítimo, a solo 151 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro, se extiende a lo largo de más de 800 km² y reúne una de las concentraciones de islas más altas del país. En total, son 365 fragmentos de tierra —uno por cada día del año, según la tradición local— que emergen en la bahía como piezas de un archipiélago aún poco explorado. La mayor de todas ellas, Ilha Grande, es además un pulmón verde protegido por parques nacionales.
Es en este contexto donde se ubica Angra dos Reis, una ciudad costera cuya oferta turística ha crecido sin perder el equilibrio con su entorno. Lejos de las multitudes, este destino ofrece una experiencia donde la naturaleza es protagonista, y donde las actividades combinan aventura, descanso y cultura en dosis poco comunes para un mismo lugar.
Angra dos Reis
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Dónde queda Angra dos Reis
Angra dos Reis está ubicada al sur del Estado de Río de Janeiro, en la región sudeste de Brasil. Desde el centro de la capital estatal, la distancia es de unos 151 kilómetros, lo que equivale a poco más de dos horas y media en coche por la carretera BR-101. Este acceso relativamente directo ha convertido a la ciudad en un destino elegido por quienes desean una escapada corta desde los grandes centros urbanos, sin alejarse demasiado.
Lo que distingue a Angra de otros puntos turísticos es su conformación geográfica. Más de la cuarta parte de su territorio está compuesta por islas e islotes, lo que le otorga un carácter insular único dentro del continente. Este diseño natural ha influido no solo en el modo de vida local, sino también en la forma de explorar el destino: gran parte de sus atractivos son accesibles únicamente por agua, lo que preserva la tranquilidad de sus playas y la autenticidad de sus paisajes.
Qué puedo hacer en Angra dos Reis
La oferta de actividades en Angra dos Reis es amplia y diversa, pero todas tienen un eje en común: el entorno natural. Los paseos en lancha por la bahía son una de las experiencias más populares, ya que permiten descubrir algunas de las playas más deslumbrantes del litoral brasileño, como Praia de Lopes Mendes, Lagoa Azul o Praia do Aventureiro. Cada una de estas paradas ofrece paisajes distintos y posibilidades de descanso, fotografía o deportes acuáticos como el snorkel y el kayak.
Además de las playas, la ciudad ofrece opciones para quienes buscan explorar su costado histórico y cultural. El centro de Angra conserva edificaciones coloniales y calles empedradas que remiten a su pasado portuario. También se pueden realizar caminatas por senderos naturales que llevan a cascadas escondidas, muchas de ellas ubicadas dentro del Parque Nacional de Ilha Grande.
Esta área protegida se ha transformado en un refugio para especies autóctonas y en un lugar ideal para quienes practican trekking o simplemente buscan desconectarse.
Cómo llegar a Angra dos Reis
Llegar a Angra dos Reis desde Río de Janeiro es relativamente sencillo. Existen autobuses que salen diariamente desde la terminal Novo Rio y conectan con la ciudad en aproximadamente tres horas. También se pueden contratar servicios privados o alquilar un vehículo para recorrer la ruta costera. Desde São Paulo, aunque la distancia es mayor, también hay conexiones por carretera y algunas agencias ofrecen traslados turísticos directos.
Una vez en Angra, la movilidad interna se adapta a su geografía particular. Las islas y playas más atractivas suelen requerir traslados en lancha o taxi boat, servicios ampliamente disponibles en el puerto local. Para moverse por el continente, hay líneas de autobuses urbanos y taxis convencionales.
La recomendación general para quienes deseen disfrutar plenamente del destino es permanecer al menos tres días, lo que permite combinar actividades náuticas, paseos culturales y momentos de descanso sin apuro.