El yoga facial se convirtió en una de las tendencias más comentadas dentro del cuidado personal. Esta práctica consiste en realizar ejercicios y masajes en el rostro que, con constancia, ayudan a fortalecer la musculatura y mejorar la circulación, aportando firmeza y luminosidad de manera natural.
Mientras las rutinas de skincare aumentan su popularidad, cada vez más personas buscan técnicas complementarias que potencien los efectos de los cosméticos tradicionales. El yoga facial responde a esta demanda con una propuesta muy fácil, ya que solo diez minutos diarios pueden marcar la diferencia en la salud y apariencia de la piel.
Más allá de lo estético, esta práctica también funciona como un ritual de autocuidado. Sus beneficios van desde relajar tensiones acumuladas en la mandíbula o la frente hasta redefinir el óvalo facial, ofreciendo resultados inmediatos que lo convierten en un hábito ideal para sumar al día a día.
De qué se trata el yoga facial y cómo es esta práctica de moda para la belleza
El yoga facial consiste en aplicar masajes y gestos específicos sobre los músculos del rostro, con el objetivo de combatir arrugas y prevenir la flacidez. Según la maquilladora Inma Novillo, no se trata de una moda pasajera, sino de un método con resultados visibles que transforma la expresión en pocos minutos y aporta frescura inmediata.
La técnica es compatible con cualquier rutina de cuidado y potencia los efectos de los productos aplicados a diario. Mejora la firmeza, oxigena los tejidos y favorece la luminosidad, convirtiéndose en un complemento ideal del skincare. Entre los ejercicios más recomendados figuran los que se concentran en la frente, los pómulos y el contorno facial. Por ejemplo, alisar la frente con una gua sha ayuda a liberar tensiones, mientras que una sonrisa exagerada activa el contorno y aporta vitalidad al gesto.
Para potenciar los resultados, la especialista recomienda herramientas específicas. El Tone & Lift Roller de You Are The Princess, por ejemplo, permite masajear distintas zonas del rostro, por ejemplo se desliza en la frente, se pasa desde la nariz hacia los pómulos, desde la barbilla hasta los ojos y a lo largo de la línea mandibular hasta las orejas. Además, también puede usarse en cuello, manos y columna cervical.
Otra opción es el gua sha de cuarzo rosa, un accesorio que estimula la circulación, tonifica la musculatura y contribuye a mejorar manchas y ojeras. Su uso regular ayuda a prevenir la flacidez y a mantener un aspecto saludable y rejuvenecido.
La especialista remarca que este tipo de prácticas están dejando de ser vistas como soluciones rápidas y comienzan a consolidarse como rituales conscientes, del mismo modo en que el skincare se instaló como hábito diario. Se trata de un paso más dentro de un cuidado global, que no solo se centra en lo visible, sino también en el bienestar personal.