Los riñones cumplen una función esencial en el organismo: filtran la sangre, eliminan toxinas y regulan el equilibrio de líquidos. Sin embargo, no siempre reciben la atención que merecen hasta que aparecen los primeros síntomas de fatiga o daño. En este contexto, muchos especialistas en salud coinciden en que una buena parte del cuidado renal comienza con algo tan simple como la alimentación diaria.
Si bien no todos los organismos reaccionan de la misma forma, existen ciertos grupos de productos que, consumidos en grandes cantidades o sin supervisión médica, pueden alterar el funcionamiento renal y favorecer enfermedades crónicas silenciosas. Además, algunos alimentos, por su composición o su exceso en ciertas dietas, pueden generar una sobrecarga en el trabajo de los riñones.
Cuáles son los alimentos que no debés comer para cuidar los riñones según expertos
Llevar una alimentación equilibrada es fundamental para cuidar la salud de los riñones. De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos advierten sobre la importancia de evitar ciertos alimentos que podrían interferir con su correcto funcionamiento.
Entre los principales enemigos de la salud renal se encuentra el consumo excesivo de sal, ya que contribuye a elevar la presión arterial y favorece la retención de líquidos. También es clave controlar la ingesta de alimentos ricos en potasio como naranjas, tomates, papas y pan integral, dado que un exceso de este mineral puede acumularse en la sangre y causar problemas serios.
Otro grupo de alimentos que conviene moderar incluye los que son altos en fósforo (como carnes, lácteos, legumbres y frutos secos), ya que los riñones dañados pueden tener dificultades para eliminar el exceso de este mineral. Además, es recomendable evitar el exceso de proteínas (como carne, pollo o comidas grasosas), ya que su digestión demanda un esfuerzo extra para los riñones y podría agravar cuadros de enfermedad renal crónica.
En cambio, los CDC recomiendan priorizar alimentos que resultan más amigables con el sistema renal. En el caso de las frutas, se destacan las bayas, uvas, manzanas, ciruelas y cerezas. Entre las verduras, son recomendables el coliflor, las cebollas, las berenjenas y los nabos. Para incorporar proteínas, lo ideal es optar por carnes magras como aves, pescado, huevos o mariscos sin sal.
Los hidratos de carbono también pueden formar parte de la dieta, siempre y cuando se elijan opciones bajas en sodio como el pan blanco, bagels, galletas sin sal y pastas simples. En cuanto a las bebidas, el agua sigue siendo la mejor elección, aunque también pueden considerarse los refrescos dietéticos claros o el té sin azúcar.