Por qué correr rápido no es algo que beneficia la longevidad según un experto

Pequeñas acciones diarias fortalecen el cuerpo sin castigarlo. La regularidad importa más que la velocidad.

  • Un especialista en longevidad advierte que mantener ritmos muy altos al correr no aporta beneficios duraderos para la salud.
  • Estudios y autores coinciden en que el organismo está preparado para actividades suaves y frecuentes, no para esfuerzos intensos continuos.
  • Caminar y moverse a baja intensidad ayuda a preservar articulaciones, reducir lesiones y sostener energía estable.
  • Poblaciones que alcanzan edades avanzadas integran el movimiento como parte natural de su rutina, sin entrenamientos extremos.

Especialistas en longevidad cuestionan la idea de que correr a gran velocidad de manera constante mejore la salud a largo plazo. Plantean que actividades suaves y repetidas, como caminar o trotar lentamente, ofrecen un impacto más positivo y sostenible en el bienestar general.

Este enfoque coincide con investigaciones y autores que sostienen que la evolución humana priorizó movimientos continuos, moderados y funcionales, dejando en segundo plano los esfuerzos intensos como práctica habitual. Así, se desmonta la creencia de que entrenar como un atleta es indispensable para vivir más y mejor.

El avance de la cultura fitness y el auge del running generaron hábitos que pueden resultar contraproducentes. Entre estos estilos de vida surge un mensaje claro, por el cual priorizar la constancia y la baja intensidad permite cuidar el cuerpo sin exponerlo al desgaste que provocan las sobrecargas repetidas.

Running, correr con lluvia

Qué efecto puede tener correr rápido siempre según un experto en longevidad

Para Dan Buettner, correr puede ser una excelente actividad física, pero no está pensada para realizarse a ritmos elevados todos los días. Explica que mantener una velocidad alta de manera habitual incrementa la presión sobre articulaciones y músculos, algo que con el tiempo deriva en molestias o lesiones por impacto. Esta exigencia resulta aún más marcada en personas que no cuentan con acompañamiento profesional ni una técnica adecuada.

El especialista señala que la mayoría asume que las carreras intensas son la base de una buena salud, cuando en realidad los beneficios más consistentes provienen de caminar, realizar tareas cotidianas que impliquen movimiento y mantener una actividad moderada durante el día. Estos hábitos fortalecen articulaciones, favorecen la circulación y ayudan a conservar niveles estables de energía. También menciona que incluir pequeños intervalos de velocidad ocasionales es suficiente para estimular el cuerpo sin saturarlo..

Buettner también destaca que las regiones más longevas del planeta, como Okinawa, Cerdeña, Nicoya o Ikaria, no basan su vitalidad en entrenamientos exigentes. Su secreto está en la repetición de tareas simples, tales como caminar varios miles de pasos al día, ocuparse del hogar, trabajar de pie y moverse en entornos variados sin fijarse metas deportivas estrictas. Este tipo de actividad integradora se vuelve parte natural de su vida cotidiana.

correr

Caminar, pese a su aparente sencillez, también requiere constancia. Está práctica necesita que se elijan distintos terrenos, mantener un ritmo cómodo y sumar breves aceleraciones de unos segundos cada ciertos minutos puede mejorar la adaptación física. Según Buettner, la clave está en que el movimiento sea frecuente y sostenible a lo largo del tiempo, más que intenso y extraordinario.

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