Esto le pasa al cuerpo si dejás de consumir lácteos: la palabra de un nutricionista

La tolerancia digestiva cambia con la edad y los hábitos. Informarse ayuda a evitar restricciones innecesarias.

  • La reducción o eliminación de lácteos puede modificar la digestión y la tolerancia a la lactosa con el paso del tiempo.
  • La producción de lactasa disminuye en la adultez y está influida por factores genéticos y del microbioma.
  • Existen distintos grados de intolerancia, con síntomas y abordajes diferentes según cada caso.
  • Hay alternativas alimentarias y estrategias para reintroducirlos sin generar malestar.

Dejar de consumir lácteos es una decisión cada vez más frecuente, tanto por molestias digestivas, cambios de hábitos o dudas sobre sus efectos en la salud. Pese a eso, el impacto de esta elección no es igual para todas las personas y depende de múltiples variables individuales.

Según explican especialistas en nutrición, la relación del organismo con la lactosa cambia a lo largo de la vida. La edad, la genética y el equilibrio de bacterias intestinales influyen en cómo se digieren los productos lácteos y en la aparición de síntomas como hinchazón o dolor abdominal.

En este sentido, comprender qué sucede en el cuerpo cuando se los elimina por completo permite tomar mejores decisiones y evitar conclusiones apresuradas sobre la tolerancia o la necesidad de excluirlos de la alimentación diaria.

LECHE CON CEREALES

Qué le pasa al cuerpo si dejo de consumir lácteos.

El nutricionista Álex Yáñez señala que, a partir de la etapa adulta, la producción de lactasa, la enzima encargada de descomponerla, comienza a descender de forma progresiva. Este proceso suele ser más intenso desde los 24 o 25 años y puede volverse más evidente en etapas como la menopausia. Por ese motivo, personas que antes toleraban bien los lácteos pueden empezar a notar molestias luego de consumirlos.

Además, cuando la lactosa se elimina durante períodos prolongados, el organismo reduce aún más la producción de lactasa. El cuerpo tiende a ahorrar recursos y deja de generar enzimas que no utiliza, lo que explica por qué, al reintroducir lácteos después de mucho tiempo, los síntomas pueden ser más intensos que antes.

Lácteos, leche, queso

La recomendación profesional es observar la respuesta individual y, en caso de querer volver a incorporarlos, hacerlo de manera gradual. También es importante diferenciar los tipos de intolerancia, ya que están la primaria, asociada al paso del tiempo, la secundaria, vinculada a enfermedades intestinales, y la congénita, mucho menos frecuente, donde la lactasa está ausente desde el nacimiento.

En cuanto a las opciones disponibles, los fermentados como el yogur o el kéfir suelen generar menos molestias debido a la acción de sus bacterias. También existen leches de cabra, oveja o búfala con menor contenido de lactosa y una estructura proteica distinta, que en algunos casos resulta más fácil de digerir.

Yáñez remarca que el calcio no es exclusivo de los lácteos y puede obtenerse de alimentos como almendras, brócoli o semillas. La absorción de este mineral depende del contexto nutricional general y no solo de una fuente puntual. Revisar etiquetas también es muy importante, por lo que productos con 0 gramos de azúcar no contienen lactosa y pueden ser una alternativa válida.

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