Cuidado: los 8 alimentos que no tenés que consumir si sos ansioso

Llevar una alimentación saludable, que incluya nutrientes, vitaminas y minerales es fundamental para el bienestar emocional y mental.

La ansiedad es uno de los trastornos mentales que más afectan a las personas. Consiste en una reacción emocional ante la percepción de una amenaza o peligro y su finalidad es la protección de la persona, su mecanismo de defensa. Quienes la sufran, deben saber que existen ocho alimentos que la potencian y que no se recomiendan consumir.

Los ataques de ansiedad, por otro lado, se caracterizan por un estado extremo de ansiedad de breve duración y rápida instauración que se acompaña de diferentes síntomas físicos, parecidos a los de ataques de pánico o de angustia.

A pesar de ser una afección que se puede tratar con medicación psiquiátrica, la alimentación también es importante y tiene relación directa con este trastorno. Por este motivo, hay que tener en cuenta que existen ciertos alimentos que se deben evitar si se padece de ansiedad.

CAFE Y AZUCAR

Los alimentos que no hay que consumir si se sufre ansiedad

Además de la psicoterapia, el apoyo familiar y, en algunos casos, medicación, una de las principales recomendaciones de los profesionales para controlar la ansiedad es seguir un estilo de vida saludable, realizando actividad física, comiendo sano y evitando los alimentos que pueden aumentarla.

Entre los alimentos que hay que evitar se encuentran los siguientes:

  • Alimentos ultra procesados: cuantos más se consumen, mayores son las probabilidades de que se sufra depresión o ansiedad. El conjunto de los productos ultra procesados incluye a las gaseosas, las aguas saborizadas, los jugos de fruta endulzados, los postres lácteos, los panes industriales, los productos de copetín o snacks, las comidas listas para consumir, las salchichas, etc.
  • Cafeína: se recomienda evitar consumir bebidas con cafeína, ya que pueden hacer sentir tensión y nerviosismo, además de interferir en el sueño. El uso excesivo de estimulantes, como el café o el mate, incide en la tensión nerviosa por el estímulo a la noradrenalina y diversos efectos, como una leve reducción de la perfusión sanguínea en el encéfalo. Ayudan a despertar pero al necesitar cantidades crecientes, generan un importante estado de ansiedad.
  • Azúcares refinados y añadidos: el consumo excesivo de azúcares añadidos puede generar irritabilidad, preocupación o tristeza.
  • Aditivos: entre ellos, se encuentra el glutamato monosódico o E-621, un aditivo potenciador del sabor que se ha relacionado con dolores de cabeza, nerviosismo e insomnio. Pueden generar cambios en el estado de ánimo, tales como irritabilidad o ansiedad.
COPA DE VINO
  • Bebidas alcohólicas: pueden producir inmediatamente un efecto tranquilizante, pero a medida que el organismo las procesa, aumentan la irritabilidad y las alteraciones en el sueño. El alcohol afecta el sueño y al ser un depresor del sistema nervioso central, incrementa a mediano plazo la ansiedad.

  • Carbohidratos refinados: son alimentos que perdieron su fibra y macronutrientes, como pan blanco, arroz, pastas. Este ingrediente no es aconsejable para aquellas personas más propensas a padecer problemas de ansiedad y depresión. Para reemplazarlos se recomiendan cereales y harinas integrales o una dieta sin gluten.

  • Ginseng: es una planta de uso habitual como suplemento, que puede mejorar la función mental, el rendimiento deportivo y reducir la fatiga y debilidad. Entre sus efectos adversos se encuentran que puede provocar nerviosismo y ansiedad, de manera que conviene consultar a un profesional antes de tomar tanto este como cualquier otro suplemento.

  • Bebidas energéticas: existe una relación entre el consumo de bebidas energéticas y algunos problemas de salud mental. Entre ellos se encuentra la ansiedad, aunque también la depresión y el estrés.

Es importante resaltar que llevar a cabo una alimentación saludable, centrada en verduras, frutas, cereales integrales y pescado, puede ayudar a reducir la ansiedad y previene el hambre emocional, que puede llevar a comer compulsivamente para tratar de contrarrestar los síntomas del malestar psicológico.

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