La dificultad para conciliar el sueño de forma constante es una experiencia más común de lo que parece y, según la psicología, puede tener causas más profundas de lo que muchos creen. Lejos de ser solo un inconveniente que puede ser parte de algunas noches, este patrón puede reflejar estados emocionales, hábitos y condiciones del entorno que afectan directamente el descanso nocturno.
Dormir bien es muy necesario para cuidar la salud física y mental. El sueño reparador está ligado a la regulación del estado de ánimo, la capacidad de concentración y la prevención de enfermedades. Cuando esta rutina se ve alterada, el organismo responde con consecuencias que, si se prolongan en el tiempo, pueden repercutir en la calidad de vida.
Entender por qué cuesta dormirse noche tras noche implica observar tanto el estado emocional como el estilo de vida. Factores como el estrés, los pensamientos recurrentes, el consumo de sustancias o el ambiente de descanso juegan un papel muy importante en la manera en que el cuerpo y la mente se pueden o no preparar para dormir.
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Qué significa que a alguien le cueste dormirse todas las noches según la psicología
Para el psicólogo Nahum Montagud Rubio, el insomnio recurrente suele estar estrechamente relacionado con altos niveles de estrés. Cuando la estabilidad emocional se ve alterada, la mente tiende a generar pensamientos inquietantes sobre el futuro, imaginar escenarios negativos o buscar soluciones de forma constante, lo que impide la relajación necesaria para dormir.
A esto se suman otros elementos que pueden dificultar el descanso. Estos pueden ser el consumo de alcohol, que aunque produce somnolencia reduce la calidad del sueño, la presencia de luz o ruidos en la habitación y un ambiente poco propicio para la relajación. Estas condiciones, según los especialistas, activan al cerebro y prolongan el tiempo que tarda en desconectarse.
Insomnio
Evitar el sedentarismo y realizar ejercicio físico, incluso en rutinas breves que se adapten a los horarios personales, ayuda a disminuir significativamente el riesgo de enfermedades, molestias físicas e incluso situaciones graves como la muerte prematura
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La falta de descanso adecuado no solo afecta la energía diaria, sino que acelera procesos como el envejecimiento y disminuye tanto la esperanza como la calidad de vida. Por eso, además de identificar la causa, es vital adoptar hábitos que favorezcan el sueño, como establecer horarios regulares y crear un entorno silencioso y oscuro.
Si bien las horas necesarias varían según la edad, el estilo de vida y el estado de salud, los expertos señalan que un horario óptimo para acostarse es alrededor de las 10 de la noche. Este ritmo favorece los ciclos naturales del cuerpo y ayuda a despertar con mayor sensación de descanso.