La Argentina cuenta con un tesoro arquitectónico que llama la atención por su belleza, como así también por su tamaño. Se trata de la Catedral de La Plata, un templo ubicado en la capital bonaerense que figura entre las 15 iglesias más grandes del planeta y se destaca por su impresionante capacidad.
Levantada en una ciudad planificada desde sus orígenes, esta obra comenzó a gestarse en 1884 y fue pensada como símbolo de identidad y proyección internacional. Con espacio para albergar hasta 7.000 personas, se posiciona junto a otros gigantes de la arquitectura religiosa como la Basílica de San Pedro o la Catedral de Milán.
Este templo no solo es un referente espiritual, sino también un ejemplo de perseverancia colectiva. Su construcción, interrumpida durante décadas, fue retomada en los años 90 con un enfoque renovado que permitió concluir la obra respetando su espíritu original y asegurando su estabilidad.
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Qué iglesia argentina está entre las más grandes del mundo y cómo fue su construcción
La Catedral de La Plata comenzó a proyectarse poco después de que se fundara la ciudad, en 1882. La idea de construir un templo de estas magnitudes surgió del propio Dardo Rocha, impulsor de la ciudad capital, quien promovió un concurso internacional de arquitectura en 1881. Sin embargo, ninguna de las propuestas recibidas logró convencer al jurado.
Ante ese escenario, se decidió encargar el diseño al Departamento de Ingenieros del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires. El trabajo quedó bajo la supervisión de Pedro Benoit, con aportes del arquitecto Emilio Coutaret y dibujos del alemán Ernesto Meyer. Así nació el proyecto definitivo de la catedral, basada en un estilo neogótico europeo adaptado al contexto local.
Misa en la Catedral de La Plata
Los trabajos de construcción avanzaron gracias al esfuerzo de inmigrantes, especialmente italianos, que aportaron su mano de obra calificada. A pesar de esto, en 1930 se suspendieron las obras por problemas estructurales, ya que los cimientos no podían soportar el peso proyectado de las torres y el revestimiento de piedra. Fue recién en 1996, con la aprobación de la Ley 11.861, que se reinició el proceso.
El edificio mezcla arte, técnica y simbolismo. Tiene forma de cruz latina, con una nave central más elevada que las laterales, y está construido completamente en ladrillo. Sus vitrales de origen alemán, francés y argentino aportan una riqueza visual única. Además, cuenta con detalles decorativos como gárgolas, esculturas religiosas y un San Miguel Arcángel representado como gaucho.