La querella que investiga la desaparición de la familia Gill en la provincia de Entre Ríos hace 23 años solicitó formalmente la asistencia de la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) para intentar obtener fotografías satelitales de alta resolución que daten del año 2002, fecha en que se presume ocurrió la desaparición, con el objetivo de hallar indicios o movimientos de tierra que permitan reconstruir el destino de los seis integrantes.
La causa, que estuvo paralizada por años, fue reactivada tras el ingreso del nuevo abogado querellante, Marcos Rodríguez Allende. El letrado explicó que la falta de tecnología forense avanzada en Argentina hace dos décadas es uno de los mayores obstáculos para la investigación.
"Sabemos que los satélites argentinos solo permiten detectar movimientos importantes de tierra a partir de 2007, pero los registros de EEUU podrían aportar datos de 2002. Es ahí donde entra la NASA", explicó.
El abogado subrayó que la solicitud de estas imágenes satelitales no puede ser gestionada directamente por un juez local. "No basta con que un juez de Nogoyá lo solicite, debe ser un pedido canalizado por el Estado nacional", aclaró Allende.
El relanzamiento de la investigación busca finalmente dar una respuesta a la madre de la Sra. Gill, quien vivió más de dos décadas en la incertidumbre. El letrado Rodríguez Allende reconoció la "responsabilidad de encontrar una respuesta" para la mujer, que espera saber qué ocurrió con su hija, su yerno y sus cuatro nietos.
La familia desaparecida está compuesta por Rubén José Gill (56), su esposa Norma Margarita Gallego (26), y sus cuatro hijos: María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Margarita (6) y Carlos Daniel (3).
La investigación de este caso estuvo históricamente marcada por la ausencia de respuestas claras sobre el destino final de la familia, que residía y trabajaba en la estancia “La Candelaria” en Entre Ríos. La única línea de sospecha firme durante años recayó sobre el dueño del establecimiento, Alfonso Goethe, quien fue señalado por la querella por la tardanza en la denuncia de la desaparición, reportada recién tres meses después de presumirse ocurrida.
A pesar de los señalamientos, Goethe nunca fue formalmente imputado en el expediente. La posibilidad de esclarecer los hechos a través de esta línea investigativa se vio frustrada cuando falleció en 2016 a raíz de un accidente de tránsito, lo que generó el cierre de la única pista concreta que se había desarrollado a lo largo de los años.