Durante décadas, los científicos dedicaron esfuerzos a desentrañar los secretos más profundos del satélite natural de la Tierra. La Luna, objeto de mitos, observaciones y expediciones, sigue siendo una fuente de interrogantes que apenas empiezan a responderse. Uno de los puntos más enigmáticos estaba en su interior, considerado fundamental para reconstruir tanto su propia historia como la del entorno cósmico que la rodea.
Este enigma llevó a equipos de investigación de distintas partes del mundo a analizar con detalle la información proveniente de misiones espaciales y modelos geofísicos avanzados. Las hipótesis sobre lo que había en el corazón de la Luna se multiplicaron durante décadas, generando intensos debates en la comunidad científica. Sin embargo, los avances recientes ofrecen una confirmación sólida sobre su composición y estructura.
Lejos de tratarse de un bloque homogéneo, la estructura interna lunar muestra pistas que explican cómo evolucionó a lo largo de miles de millones de años. Además, estos descubrimientos arrojan luz sobre fenómenos que marcaron su historia, como la desaparición de su campo magnético. El hallazgo reordena la manera en que se entiende al satélite y abre comparaciones inevitables con lo que ocurre en el interior de la Tierra.
Qué hay en el interior de la Luna
Un estudio difundido en la revista Nature confirmó que el núcleo del satélite está compuesto por dos capas bien diferenciadas. La primera, externa y fluida, alcanza un radio de aproximadamente 362 kilómetros, mientras que la interna, sólida, posee un radio de 258 kilómetros. Esta última presenta una densidad cercana a la del hierro, estimada en unos 7.822 kg/m³, lo que refuerza la similitud con el eje central de nuestro planeta.
En conjunto, ambas capas representan alrededor del 15% del radio total de la Luna. Este modelo valida proyecciones que la NASA ya había planteado en 2011, cuando sugirió que el satélite compartía más similitudes con la Tierra de lo que se creía, incluso en su composición más profunda.
La confirmación de un núcleo sólido también explica la existencia de un campo magnético en los primeros mil millones de años de la historia lunar. Según los investigadores, la actividad interna generó corrientes capaces de impulsar un escudo protector de gran intensidad. Sin embargo, al enfriarse y perder dinamismo, esa defensa desapareció, dejando al satélite expuesto al espacio.
Luna
La ciencia comparó la estructura interna de la Luna con la de la Tierra y halló sorprendentes similitudes.
NASA
Comprender este proceso permite reconstruir la historia geológica lunar, pero también tiene implicancias más amplias. Estos avances brindan herramientas para estudiar la evolución de otros cuerpos celestes y evaluar su potencial habitabilidad en el universo, aportando un marco de referencia que trasciende al propio satélite.