Una maestra suplente de un jardín de infantes del barrio porteño de Boedo se convirtió en la principal sospechosa de un caso de ciberfraude que conmociona a la comunidad educativa.
Una maestra de un jardín de infantes del barrio porteño de Boedo clonó los datos de las tarjetas de crédito de sus colegas, hizo compras por casi $4 millones y se fue del país.
Una maestra suplente de un jardín de infantes del barrio porteño de Boedo se convirtió en la principal sospechosa de un caso de ciberfraude que conmociona a la comunidad educativa.
La mujer está prófuga de la Justicia con pedido de captura internacional, luego de que se confirmara que se fugó del país con rumbo a Europa. La fiscalía de ciberfraude, a cargo de Miguel Ángel Kessler, desentrañó un complejo esquema de estafa con un monto cercano a los $3.7 millones.
Las víctimas del ilícito no fueron los padres de los alumnos, como se especuló inicialmente, sino sus propias compañeras de trabajo. La denunciada habría utilizado su posición de confianza para acceder a los datos de las tarjetas de crédito de otras docentes y personal no docente del mismo colegio y de otra institución educativa en la que también se desempeñaba.
El mecanismo de la estafa era simple pero efectivo: aprovechaba la distracción de sus colegas para fotografiar las tarjetas o incluso, en al menos un caso, robó la tarjeta física de una de las damnificadas.
Con los datos en su poder, realizaba compras de forma virtual, y llegó a acumular un total de 105 transacciones fraudulentas. La diversidad de los gastos incluían compras en un supermercado mayorista, tiendas de ropa y hasta un pasaje de avión.
El delito salió a la luz cuando una de las víctimas revisó el resumen de su tarjeta y notó una serie de compras que no había realizado. Al hacer la denuncia, se activó la investigación que rápidamente vinculó los gastos con el entorno de la docente. Los investigadores lograron trazar un rastro digital que, además de las compras, reveló que el destino del pasaje de avión fue España.
Por su parte, la escuela se desvinculó de los actos de la docente, aclarando que se trató de una acción personal y ajena a la institución, aunque se puso a disposición de las autoridades para colaborar en lo que fuera necesario.