La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) confirmó un cambio radical en su agenda científica, dejando atrás su histórica línea de investigación sobre el cambio climático. La decisión, alineada con la postura política del presidente Donald Trump, implica que los recursos se destinarán de manera exclusiva a la exploración espacial.
Esta medida causó preocupación en la comunidad científica internacional, que considera indispensable el trabajo de la NASA en el monitoreo del planeta. Con décadas de aportes valiosos en el análisis de la atmósfera y los ecosistemas, la agencia espacial estadounidense había sido una de las voces de mayor autoridad en la materia.
El anuncio fue realizado por Sean Duffy, administrador interino y también Secretario de Transporte, en una entrevista con Fox Business. Según explicó, la agencia se concentrará únicamente en las misiones espaciales, dejando atrás las prioridades establecidas en gobiernos anteriores. Este viraje representa un retroceso importante, ya que desestima la relevancia del estudio del calentamiento global en el presente y el futuro del planeta. Para los críticos, la medida responde más a un interés político que a una visión científica de largo plazo.
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Por qué la NASA ya no investigará el cambio climático
Duffy dejó en claro que la institución fue creada con el objetivo de explorar el espacio, no para dedicarse a las ciencias de la Tierra. Con esta premisa, la NASA abandonará de manera definitiva los proyectos relacionados con el cambio climático, siguiendo las directrices impulsadas por el Presidente de Estados Unidos, quien es conocido por su negacionismo frente al calentamiento global y por promover políticas que debilitan la credibilidad de la investigación climática, como la difusión de informes oficiales con errores graves que minimizan el problema. Esta misma línea de acción se refleja ahora en el mandato de restringir el acceso a información clave desde los portales oficiales de la agencia.
La nueva política incluye la eliminación de evaluaciones climáticas disponibles al público y la cancelación de dos satélites diseñados para recolectar datos fundamentales. Para muchos especialistas, este desmantelamiento no solo resulta una decisión contraria a la lógica científica, sino que incluso roza la ilegalidad. Desde la década de 1960, la NASA había aportado herramientas decisivas para anticipar fenómenos meteorológicos y comprender los sistemas naturales de la Tierra.
Además, sus modelos servían para evaluar la habitabilidad en otros planetas y enriquecer la búsqueda de vida extraterrestre. Abandonar esta trayectoria supone perder avances que beneficiaban no solo a Estados Unidos, sino a toda la humanidad, dejando en el aire la capacidad de enfrentar desafíos ambientales cada vez más urgentes.