La crisis económica, un mercado laboral complicado y los recortes en programas como las Becas Progresar no solo afectan a los jóvenes que actualmente estudian y trabajan, sino también a los que planean hacerlo en un futuro: a 6 de cada 10 alumnos argentinos de 15 años les preocupa no tener suficiente dinero para hacer lo que les gustaría después del último año de la secundaria.
El dato surge de un informe elaborado por la organización Argentinos por la Educación en base a las respuestas de los estudiantes sobre bienestar, orientación y expectativas de futuro en el cuestionario de la prueba PISA 2022. El 63% siente que las restricciones económicas limitan su horizonte de aspiraciones, lo que puede llevarlos a adelantar la inserción laboral o postergar su formación.
Esta preocupación por su economía es mayor entre los jóvenes de menos recursos: llega al 67% entre los chicos de nivel socioeconómico más bajo y se reduce al 55% entre los de sectores más favorecidos. Ambos porcentajes están por encima del promedio de los países de la OCDE, que se ubica en 52%.
"En PISA no preguntan específicamente qué les gustaría seguir haciendo después de la secundaria. Por un informe anterior en base a Aprender 2022, sabemos que un 52% de los estudiantes argentinos de 17 años quiere estudiar y trabajar", explicó a C5N una de las autoras del informe, la analista de datos María Sol Alzú.
Además, "el 33% quiere seguir estudiando, solo estudiar; 12% solo trabajar y 3% otros proyectos, o aún no lo saben". Una tendencia que se observa es que, a medida que aumenta el nivel socioeconómico, también aumenta el porcentaje de chicos que desean solo estudiar y disminuye el número que quiere solo trabajar.
Escuela secundaria
El 52% de los alumnos quiere seguir estudiando después de la escuela secundaria.
Unicef Argentina
Alzú advirtió que la necesidad de trabajar para colaborar con sus familias y los recortes en las Becas Progresar, que representaban un impulso para continuar con la formación superior, pueden ser factores que afectan los planes a futuro de los adolescentes, pero no se puede establecer una relación de causa y efecto.
"Sí podemos ver que lo que manifiestan los chicos como deseo en el último año se aleja de la realidad. En base a la Encuesta Permanente de Hogares, se observa que entre los jóvenes de 19 y 25 años un 26% no completó la secundaria, 25% solo estudia, 25% solo trabaja, 13% trabaja y estudia y 12% no estudia ni trabaja", señaló.
El informe también destacó que casi la mitad de los estudiantes (47%) refirió sentir presión por parte de su familia para seguir un camino específico después de la secundaria, ya sea ir a la universidad, trabajar en un negocio o aprender un oficio. Es la cifra más alta cuando se compara con otros países de la región.
"Si bien en PISA no aclara cuál es ese camino, podemos suponer que hay presión por acelerar la inserción al mercado laboral. Vemos que Argentina es el país de la región donde más chicos sienten presión por parte de las familias, y esa presión entre los chicos de menor nivel socioeconómico también es la más alta de la región (55%)", remarcó la analista.
Secundario.
La preocupación por la economía es más frecuente en los alumnos de nivel socioeconómico más bajo.
Todo este contexto influye en los planes y expectativas de los adolescentes, pero también es una oportunidad para que la escuela los ayude a prepararse más allá de los contenidos formales. "Muchas veces los chicos idean sus caminos futuros por la identificación con docentes que despiertan la curiosidad y la pasión por aprender algo", señaló Sandra Ziegler, investigadora en el Área de Educación de FLACSO Argentina y una de las autoras del informe.
En ese sentido, destacó que "la escuela puede apoyar a los estudiantes desde al menos dos focos". El primero es "mostrar campos de conocimientos y actividades laborales que despierten vocaciones", lo que incluye conectar con ámbitos como ferias de ciencia, espacios laborales y productivos, visitas al teatro o presentaciones de libros, entre otros.
En segundo lugar, puede "alentar actividades de orientación vocacional y de puente con primeras aproximaciones al mundo del trabajo brindando información, charlas con especialistas y, sobre todo, abrir conversaciones en donde los chicos tengan tiempo para pensar y compartir sus ideas, dudas y expectativas".
"Vemos que hay un 35% de los jóvenes que no se sienten lo suficientemente informados sobre los posibles caminos después del último año de educación obligatoria, lo que refleja la necesidad e importancia de fortalecer los dispositivos escolares de orientación y acompañamiento en los últimos años del nivel secundario", agregó Alzú.
"Esta es una buena oportunidad para la articulación entre la escuela y otros actores de la sociedad civil, en particular, organizaciones y empresas que están enfocadas en la inserción de los jóvenes en el mercado laboral", concluyó.