La transformación física de Jacob Elordi para Frankenstein: impactante video

Un recorrido por el complejo proceso artístico que convirtió al actor en una figura estremecedora dentro de la nueva versión dirigida por Guillermo del Toro.

  • La producción de Guillermo del Toro impulsó uno de los trabajos de caracterización más exigentes de la temporada.
  • La minuciosa labor de maquillaje convirtió a Jacob Elordi en una criatura creada a partir de 42 piezas protésicas.
  • La publicación de Netflix reveló la extensa rutina que atravesó el actor para construir la identidad visual del personaje.
  • El proyecto retomó la tradición gótica desde una perspectiva sensible que resalta la dimensión emocional del monstruo.

La llegada de Frankenstein a Netflix el 7 de noviembre marcó el inicio de un fenómeno inmediato, impulsado por la puesta visual de Guillermo del Toro y una respuesta crítica que destacó la sofisticación estética de la obra. Entre los múltiples elogios, sobresalió la meticulosa transformación de Jacob Elordi, convertida rápidamente en uno de los puntos más comentados tras el estreno de la película. Su interpretación, reconocida por su profundidad emotiva, fortaleció el impacto narrativo de esta nueva lectura del clásico de Mary Shelley.

El trabajo que permitió construir a la espeluznante Criatura exigió jornadas que se extendían entre 10 y 11 horas diarias, un procedimiento que, según el propio Del Toro, demandó la aplicación de un sistema prostético que funcionaba como una composición anatómica completa. La complejidad del diseño fue ideada por el legendario artista Mike Hill, quien retomó láminas del siglo XVIII para concebir un cuerpo fraccionado y marcado por cicatrices profundas.

Netflix difundió un video breve que expuso parte de este proceso: Elordi atravesaba la sesión casi inmóvil mientras un equipo coordinado moldeaba su rostro con 14 piezas destinadas a la cabeza y el cuello, ajustadas para generar la textura translúcida y blanquecina que caracterizó a la criatura. Una vez finalizada la máscara facial, el cuerpo del actor recibía la misma paleta mortecina, con un acabado que reforzaba el efecto de un organismo ensamblado. La publicación superó rápidamente cifras millonarias de interacción y abrió un debate sobre el nivel de paciencia y compromiso que sostuvo el intérprete durante cada jornada.

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Las pruebas a las que se expuso Jacob Elordi para Frankenstein

La preparación para asumir este papel implicó un desafío que trascendió lo físico y alcanzó dimensiones emocionales intensas. Tras la salida de Andrew Garfield del proyecto, Elordi debió adaptarse a un período de trabajo especialmente demandante, que incluyó un proceso de pérdida de peso, sesiones prolongadas de maquillaje y una búsqueda interior que le permitió comprender las capas psicológicas de la Criatura imaginada por Shelley y reinterpretada por Del Toro.

La colaboración con Mike Hill resultó clave para lograr un monstruo con una presencia terrenal y palpable, evitando depender del CGI. Cada jornada exigía que el actor se sometiera a interminables aplicaciones protésicas, reforzadas por la visión del director, que insistió en preservar una textura orgánica y cercana. Como complemento, Elordi se sumergió en un entrenamiento singular que incorporó elementos de la danza butoh japonesa, disciplina que utilizó para adentrarse en la expresividad mínima y en la elaboración corporal del sufrimiento del personaje.

Jacob Elordi Frankenstein
Mike Hill creó 42 piezas protésicas inspiradas en estudios anatómicos del siglo XVIII.

Mike Hill creó 42 piezas protésicas inspiradas en estudios anatómicos del siglo XVIII.

El equipo valoró la entrega constante del actor, un compromiso que también reconocieron figuras como Oscar Isaac. La película, que retoma tópicos sobre la soledad, la creación y los límites entre lo humano y lo artificial, se proyecta como una reinterpretación contemporánea del mito, con una estética que combina tradición y modernidad. Entre su apuesta visual novedosa y el trabajo introspectivo del elenco, esta adaptación aspira a consolidar un nuevo capítulo en el legado de Frankenstein, reforzando su vigencia cultural en el siglo XXI.

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