El escenario electoral comienza a otorgar algunas certezas en términos de candidaturas, pero dista mucho de ser claro en cuanto a valoraciones cuantitativas de las fuerzas.
El escenario electoral comienza a otorgar algunas certezas en términos de candidaturas, pero dista mucho de ser claro en cuanto a valoraciones cuantitativas de las fuerzas.
En efecto, la esperada decisión de María Eugenia Vidal de no insistir con su precandidatura a presidenta ordenó una parte del panorama de Juntos por el Cambio a nivel nacional.
De hecho, la maquinaria de marketing electoral continúa funcionando muy bien en la alianza opositora y Vidal fue saludada, acompañada y celebrada con selfies tanto por Horacio Rodríguez Larreta como por Patricia Bullrich.
Su gesto, producto de la falta de apoyo de los electores y los dirigentes fue presentado como un renunciamiento épico en pos de la unidad.
Los encuentros de algunos equipos de campaña de los principales precandidatos también contribuyen en ese sentido. Buscar que la interna no sea cruenta y no lleve las cosas a puntos de no retorno parece ser la tarea del momento en la alianza opositora pero, de cualquier modo, algunas incomodidades persisten.
La inclusión de José Luis Espert es uno de esos temas aún urticantes. Muy festejado por el radicalismo y la Coalición Cívica, el intento de arribo del auto percibido libertario parece abonar las sospechas de Patricia Bullrich acerca de que sería una jugada de Rodríguez Larreta para restarle votos por derecha.
En efecto, Espert cruzó a la propia Bullrich en la red social Twitter reclamando poder competir en el rubro presidente. Es un esquema que Larreta ha ensayado antes en la Ciudad pero con uno de los propios. Luego de decir que el PRO debería tener un sólo precandidato a jefe de Gobierno para competir con Martín Lousteau, Rodríguez Larreta se encargó de fortalecer a Fernán Quirós como aspirante.
El objetivo en la Ciudad fue el deseado: Jorge Macri tuvo que admitir la competencia incluso con alguien de su partido y aceptar tomar más riesgos en su enfrentamiento con el radicalismo. “No podía quedar como un llorón” aseguran en el partido fundado por su primo Mauricio.
De cualquier modo, las cosas pueden resultar bien para todos en este sentido, si las últimas encuestas no se equivocan. Lo muestran por encima de Lousteau y muy lejos de Quirós. Si esto se refrenda en las primarias de agosto, será una derrota parcial para Rodríguez Larreta porque por un lado es cierto que su candidato quedaría relegado al tercer lugar pero también aliviaría la tensión interna.
El jefe de Gobierno habrá mostrado independencia del ex presidente con el llamado a elecciones concurrentes, habrá generado condiciones de igualdad para sus aliados radicales pero eso no tendrá consecuencias que fuercen una ruptura. De cualquier modo, falta mucho y habrá que ver si esos escenarios se plasman.
Lo mismo sucede con el tan mentado crecimiento de Javier Milei. Esta semana se anunció que las alianzas provinciales no corren y que sólo podrán usar su imagen y su nombre aquellos que son capaces de proveerle votos, estructura o algún otro beneficio en su aventura personal.
Por eso este domingo, Martín Menem podrá competir en La Rioja invocando ese acuerdo pero no los candidatos liberales de Misiones y Jujuy, provincias donde también se vota a gobernador y otros cargos. La situación ha generado sospechas y hasta escenarios ridículos.
En el primer caso, muchos han sospechado de un acuerdo en Santa Fe para no apoyar candidatos y así favorecer el armado de Juntos por el Cambio en la provincia. En el segundo, se dio la insólita situación en Misiones de que una postulante, Ninfa Alvarenga desistió a último momento al perder el apoyo de Milei. Como lo hizo sobre la hora y la Justicia electoral no puede dar marcha atrás, sus boletas estarán igual. Por eso, la misma Alvarenga ha pedido a través de sus redes sociales que no la voten acusando a “la vieja política” por obligarla a participar.
Más allá de la insólita situación, la mezcla de malos resultados como en Río Negro y Neuquén, de acuerdos espurios y de armados fallidos muestran que Milei no ha logrado un desarrollo territorial que sustente su propuesta. ¿Alcanzará con los medios de comunicación, las redes y el voto bronca para mantenerlo al nivel de las expectativas que generó o se desinflará? Otra pregunta que aún no podemos contestar.
En el caso del Frente de Todos, la incertidumbre es aún mayor. Al final de esta semana aumentaron las versiones que indican que Cristina Kirchner estaría revisando su negativa a ser candidata, tomada en medio de una persecución mediático judicial con pocos precedentes en la democracia argentina.
Luego de la difusión de estos rumores fueron muchos los dirigentes que insistieron con que su candidatura es la única solución para una coalición de gobierno cuyo rumbo electoral marcha al ritmo errático de la gestión.
Las módicas expectativas del Frente de Todos se apoyan en el temor no sólo a una derrota electoral sino al caos económico social que podría darse si se plasmara un muy mal número en las primarias. Con una economía en extrema fragilidad, se necesita como el aire un o una candidata que pueda darle al oficialismo la tranquilidad de llegar competitivo hasta el 19 de noviembre.
Eso, hoy sólo lo puede garantizar la vicepresidenta, teniendo en cuenta que Sergio Massa depende de resultados que aún no está claro que pueda alcanzar.