El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, criticó abiertamente las deportaciones masivas puestas en marcha por el gobierno de Donald Trump y declaró de forma inequívoca que "la Iglesia está con los migrantes".
"La Iglesia está con los migrantes y no se quedará callada cuando se niegue la dignidad", advirtió el cardenal Blase Cupich, en un claro rechazo a la política migratoria del gobierno republicano.
El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, criticó abiertamente las deportaciones masivas puestas en marcha por el gobierno de Donald Trump y declaró de forma inequívoca que "la Iglesia está con los migrantes".
Cupich se convirtió en una prominente voz opositora a la actual política migratoria de la administración republicana. En un video de apenas dos minutos de duración, el cardenal denunció el impacto humano de las redadas y detenciones, señalando que "familias están siendo destrozadas, niños se quedan con miedo, y comunidades son sacudidas".
"Estas acciones hieren el alma de nuestra ciudad", advirtió el arzobispo de Chicago. Además, subrayó que las parroquias y escuelas de la arquidiócesis "no rechazarán a quienes buscan consuelo" y que la Iglesia "no se quedará callada cuando se niegue la dignidad".
Por último, Cupich envió un mensaje directo a los inmigrantes indocumentados: "Han trabajado duro. Han formado familias. Han contribuido a esta nación. Se han ganado nuestro respeto". Y concluyó su declaración con la promesa de que, como arzobispo, insistirá en que sean "tratados con dignidad", y haciendo un llamado a la sociedad a recordar que "todos venimos de familias inmigrantes".
La posición de Cupich se alinea con las directrices impartidas por el papa Francisco antes de morir. En febrero pasado, había enviado una carta a los más de 280 obispos de Estados Unidos. En dicha misiva, el sumo pontífice ya había criticado las deportaciones masivas e instado a la jerarquía católica a defender a los migrantes, recordando que incluso Jesús fue un migrante. Francisco también hizo hincapié en la incorrección de equiparar a un extranjero en situación irregular con un criminal.
Según trascendió, la epístola del papa Francisco habría sido escrita con la colaboración del entonces prefecto del Dicasterio para los Obispos, el cardenal Robert Francis Prevost, meses antes de su elección papal.